Volver a amar

Crítica de Rodolfo Weisskirch - A Sala Llena

De vez en cuando, es necesario encontrar una comedia romántica superficial para despegarse de la realidad. Si la misma es solvente narrativamente, y las interpretaciones convincentes, identificables, sólidas, se disfruta mucho más.

Volver a Amar, pésimo título, que podría llegar a confundirse con tantos otros parecidos que ponen los distribuidores en nuestro país a las películas europeas, se podría denominar como una especie de remake de Así Habla el Amor (Minnie & Moskowitsz) que John Cassavetes dirigió en 1971 con los espléndidos Gena Rowlands (esposa del director) y Seymour Cassell.

La historia es sencilla. Matty es una cuarentona empleada de una oficina de correos, se acaba de divorciar, pero sigue viviendo con sus tres hijos, aunque extraña a su ex marido, que se fue con una joven alumna. Accidentalmente “choca” con Johnny, un camionero 10 años menor que ella, especie de bohemio hippie trotamundo que vive en su camión, y viaja constantemente a Italia para repartir helado.

En principio la relación empieza tensa, pero a Johnny le atrae el carácter fuerte y no demasiado femenino de Matty, por lo que la invita a salir. Ella acepta solamente para vengarse de su ex. Sin embargo, pronto se sentirá atraída por el espíritu liberal del camionero, que más allá de su apariencia y algunas reacciones violentas, es honesto y carismático. En el medio se encuentra la hija adolescente de Matty, que se opondrá a Johnny por su pasado alcohólico, pero a la vez apoya la revancha de la madre.

Previsible, repleta de personajes estereotipados, algunos lugares comunes y clisés, que a pesar de haber sido vistos tantas veces en el cine europeo como en el estadounidense, despiertan simpatía. Los personajes son agradables, amenos, pero a la vez complejos e identificables. La interpretación de la veterana Sarafian (Matty), una artista belga versátil, pero desconocida en nuestro país es lo mejor de la película.

Visualmente correcta, con algún que otro plano secuencia que podría remitir al manejo de cámara de los hermanos Darlenne es lo más interesante desde el punto de vista estético. Aunque la película muestra la vida de una familia de clase media – obrera urbano europea, el director no quiere hacer demasiado énfasis en el aspecto socio-político, usándolo simplemente como contexto, no demasiado diferente a la manera en que Richard Curtis lo utiliza en sus comedias románticas británicas.

Sin la intensidad, la cualidad interpretativa de la dupla Rowlands – Cassell, ni la fuerza para ir en contra de la corriente que tenía Cassavetes, este romance a lo Minnie & Moskowitsz con una estructura narrativa bastante convencional, a pesar de todo, termina dejando un agradable recuerdo.