Volver a amar

Crítica de Fernando López - La Nación

Cómo dar nueva vida a viejos clisés

Volver a amar narra el romance entre un camionero y una mujer de doloroso pasado.

En la secuencia inicial de Volver a amar , el rostro de Barbara Sarafian -puntal decisivo de esta historia romántica que tiene la virtud de remozar muchos lugares comunes del género- está dicho todo lo que necesita saberse de la protagonista antes de que el accidental tropiezo con un camionero impulsivo y bocasucia la saque bruscamente de la rutina. Ya se sabe que la mujer cuarentona y bastante desaliñada que hemos visto ajetrearse entre góndolas, hijos movedizos y bolsas de supermercado no tiene una vida fácil. La porfía que sigue -tras un roce entre su vehículo y el camión- informa, por su parte, que entre estos dos habrá algo más que un altercado circunstancial, tan desproporcionada es la hostilidad que se prodigan.

Ya están los ingredientes principales. Habrá que agregar otros; casi todos, obstáculos que se interpondrán en la concreción del romance anunciado. Por ejemplo, la diferencia de edad: el camionero no ha llegado a los 30. O las cuestiones prácticas: él pasa la mayor parte del tiempo en las rutas que ligan la periferia de Gante con Milán; ella suma a sus obligaciones domésticas (tiene tres hijos, la mayor, adolescente), un modesto empleo en el correo. Y también están las heridas del corazón: por un lado, hay un marido que hace seis meses huyó detrás de una alumna, pero no se decide a concretar el divorcio; por otro, una historia de alcoholismo y violencia que debió pagarse con la cárcel y el abandono de la mujer amada. Para todo podría haber algún remedio, aunque el camino no sea recto, sino escabroso, y los vaivenes lleven del romance al humor y de la emoción al drama.

No hace falta que personajes y ambiente -grises, modestos- respondan a la convención ni que sobre azúcar para que el film logre su objetivo de complacer. El secreto del tibio encanto que envuelve al relato está en la verdad que el director extrae de los clisés y a la que mucho aportan la admirable Sarafian, el resto del elenco y la amable pintura del suburbio belga y de sus habitantes.