Voley

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Moderna comedia de enredos entre veinteañeros

Por la barbita que se dejó en esta película, el personaje de Martín Piroyansky pareciera un nieto escuálido de Martín Karadagian. Con los gustos del loco aquel que revolea por los aires a la Anita Ekberg en "La dolce vita". Y un poquito más de alcance que el Sátiro Virgen. Este es un Sátiro en Estado Interruptus. Menos mal que puede ir rotando de lugar y de compañera de juego. Por algo esta comedia se llama "Voley". ¿O será porque la palabra puede disfrazar un calificativo despectivo bastante habitual? Todo depende de la jugada que haga el tipo (y que no se la descubran antes de tiempo).

El tipo invita a sus amigos a pasar Año Nuevo en una casita del Tigre (la casa de los abuelos). Ahí llegan, él, su amigovia buenuda, un flaco con su novia medio hincha pero muy organizada y organizadora, y una friki en pose de intelectualosa con pinta de Vilma, la de Scooby-Doo. Que, por cuenta propia, invitó a otra piba. Rubiecita ella, pancita al aire y pantaloncitos cortos. Así que, descontando la novia del amigo, el tipo tiene tres mujeres a su alcance. Señala las instalaciones, la cancha que está al costado, y vamos a ver qué pasa.

Y lo que pasa es una comedia moderna de enredos entre veinteañeros, con hongos, porros, bebidas a lo loco, charlas desinhibidas, intenciones non sanctas, gente que se mete en la pieza indebida por la puerta o por la ventana (como en tiempo de los abuelos), histeriqueos inconsecuentes, por tradición, rotaciones no siempre autorizadas, traiciones a los códigos (después de declamar que nadie es dueño/a de nadie), madres que llaman al celular sin ser atendidas porque las nenas están durmiendo la mona, soledad de fondo. Y en el fondo, los supuestos liberados resultan ser medio caretas, la que parece más frágil es la única contenedora, y quienes la van de piolas pueden quedar asociados al voley. Hermosa, la toma final.

Piroyansky, querido actor de comedias, se había probado como director con un corto delicioso, "No me ama". Luego hizo entre amigos, con un grupo mínimo, una linda historia de amores desparejos, "Abril en Nueva York". Ahora los de Patagonik le dieron la posibilidad de seguir avanzando: más recursos, elenco un poquito más grande, también entre amigos, mejor lanzamiento. El tema es el mismo, con sus debidos matices: el temblor del enamoramiento por la persona tal vez equivocada, la inseguridad de los afectos, la torpeza y el dolor del crecimiento, si es que el personaje crece. Si este autor sigue avanzando y madurando en esa línea, no digamos que en el futuro pudiera haber algo en el aire, como una suerte de "Comedia sexual de una noche de verano", pero pudiera haber algo.