Voley

Crítica de María Inés Di Cicco - La Nueva Provincia

Piroyansky afirma su creatividad

El actor debuta como director en una comedia para adultos jóvenes, con sentido del humor muy propio.

“Sexo, drogas y más sexo”, promete la voz en off de Martín Piroyansky en los spots de promoción de Vóley.

La película que dirige y protagoniza cumple con lo enunciado, en un relato que recuerda a los comienzos de la saga American Pie , o para los más veteranos, a Porkies.

Relato sobre adultos jóvenes de entre 20 y 30, da una versión criolla del fin de semana de locura entre amigos de vieja data y de personalidades bien difinidas y compatibles más allá de las diferencias.

La obsesiva, el bueno, la intelectual, la ingenua y el mujeriego se encuentran entre los personajes de este grupo que es convocado a festejar el año nuevo en una finca vacacional en una isla del Tigre.

Sin preguntar, una de las chicas invita a una amiga de la infancia, superficial y vanidosa pero despampanante, características que dispararán sentimientos encontrados, más de un reproche y replanteos de los vínculos, siempre a partir de una tensión sexual creciente que lo propicia.

Nicolás (Piroyansky) es la voz cantante del relato y de su narración y es a través de su mirada que se habla de las inquietudes de un segmento social puntual: jóvenes de clase media alta que extienden su adolescencia -conflictos incluidos- más allá de lo esperable, porque su condición se los permite.

Si el tono de comedia hace llevadera la historia, el estilo de Piroyanski (Mi primera boda, Ni un hombre más), un actor y ahora director con características muy definidas, suman para su aceptación.

Tiene un estilo: como intérprete arranca la carcajada catártica en los momentos más comprimidos y a partir de gestos simples; como director, muestra en este primer largo de ficción que puede hacerse cargo de sacar lo necesario de un reparto de ascendentes y consagrados.