Vivir para contarlo

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Víctor Palma bien evocado en un film documental

La superación personal de quien estuvo al borde de la muerte es el tema de dos documentales que se estrenan esta semana: "La piel marcada", sobre el querido boxeador y poeta Sergio Víctor Palma, y "Vivir para contarlo", sobre un puñado de personas jóvenes que debieron afrontar el cáncer.

El propio director de "Vivir para contarlo", Emiliano Di Giusto, pasó por esa experiencia y la vuelca de modo práctico para servicio de todos. Así, apelando sin miedo a otros que también la vivieron, amén de dos profesionales del Hospital Udaondo, pocas y pequeñas escenificaciones, unos videos caseros y muñecos a modo de separadores, la película recoge experiencias y consejos, informaciones y también algunas reflexiones. Completa, cubre desde el primer susto hasta la remisión (y la inseguridad que siempre queda). Graciosa, la anécdota de una linda señora cuya hijita, al ver el efecto de la quimioterapia, le pintó de diversos colores todo el cráneo. La foto de recuerdo parece ideal para un póster, o para un disco de música sicodélica.

"La piel marcada", de Hernán Fernández, tiene otro aliento, y otras reflexiones. Nacido en la mayor pobreza, el chaqueño Sergio Víctor Palma se hizo a los golpes y ganó golpeando. En 1980, al imponerse por KO, obligó a la AMB a reconocerlo como campeón mundial supergallo. Por primera vez un argentino era reconocido en un ring norteamericano. Los archivos muestran su capacidad para dar y soportar la inmensa alegría del pueblo en su regreso, las sucesivas defensas. Y también su buen hablar, su manejo de la guitarra, el sentir poético.

Enseñanza

Luego, la desgracia: no lo tumbaron los rivales, sino un accidente de auto y un ACV del que pocos se recuperan. Él se fue recuperando. Lo vemos en un gimnasio, donde enseña a los jóvenes, que lo reconocen como un verdadero ejemplo. Y le vemos los ojos, la sonrisa de quien ya está de vuelta sin haberse ido nunca. Por ahí compara los recuerdos con una chapita que brilla en el agua barrosa de un arroyo. Queriendo sacarla, "uno remueve tanto el agua que la chapita deja de divisarse. Los recuerdos funcionan parecido. Uno remueve tanto la memoria en busca de ellos que, sin quererlo, desaparecen. O empiezan a confundirse, a mezclarse. Entonces uno, sabiamente, opta por dejarlos". Pero los demás, bien lo recuerdan. Fue lindo verlo en la première de esta película, rodeado de discípulos, agradeciendo desde la silla de ruedas (y en la penumbra de la sala su esposa y compañera, besándole la mano izquierda).