Vivir al límite

Crítica de Hugo Zapata - Cines Argentinos

Kathrym Bigelow es una directora distinta y por eso siempre me atraparon sus trabajos.
Desde que comenzó su carrera en el cine a fines de los ´70 apostó de manera incondicional a los thrillers y el cine de acción. Las comedias romanticonas y los dramas melosos no son lo suyo.
En sus historias es muy raro que no se dispare algún tiro o haya alguna persecución.
Pese a no tener una larga filmografía en el pasado hizo muy buenas películas que siempre son agradables volver a ver.
Near Dark (1987), por ejemplo, es una de las mejores historias de vampiros realizadas en los últimos años que se convirtió en un fenómeno de culto.
Strange Days (1995), escrita y producida por James Cameron luego del divorcio con la directora, fue otra gran historia atrapante de ciencia ficción protagonizada por Ralph Fiennes.
Ni hablar de Púnto Límite, una de las grandes joyas de acción de los ´90, K-19 (que brindó un muy buen entretenimiento) o ese maravilloso comercial para Pirelli con Uma Thurman donde presentó una tremenda persecución de autos.
Es loco porque a diferencia de otros cineastas Bigelow siempre contó con el respaldo de la prensa en sus laburos pero salvo por Punto Límite y K-19 sus filmes nunca fueron éxitos taquilleros.
Sí, soy fan de Kathryn y me encanta todo este reconocimiento que está teniendo en estos días con su último trabajo, ya que más allá que se lo tiene merecido, se trata de su mejor obra hasta la fecha.
Vivir al Límite es un tremendo peliculón que se destaca principalmente por ser un thriller que no da respiro desde la primera escena.
Filmada con un enfoque documental que remite a los trabajos del Gran Paul Greengrass (El ultimátum Bourne), el film retrata la vida cotidiana de un escuadrón de bombas en Irak.
Casualmente la directora trabajó con el mismo director de fotografía de Vuelo 93, Barry Aycroyd (frecuente colaborador del cineasta Ken Loach) quien se caracteriza por darle un aspecto realista a la producciones en las que colabora.
Si ya de por si dedicarse a desactivar bombas es un trabajo estresante, llevar a cabo esa tarea en Bagdad puede ser un verdadero infierno, especialmente si tu jefe es un psicópata como el que interpreta Jeremy Renner, en una labor extraordinaria.
Bigelow logró mantener la tensión y el suspenso a lo largo del todo el relato sin dejar de lado las emociones y conflictos personales de los personajes principales, que es lo más importante en esta historia, más allá de la acción.
Se trata de un film apolítico que no juzga ni emite una postura sobre el conflicto en Irak, sino que se centra en retratar lo que la guerra genera en la personas desde el punto de vista emocional.
Pese a no contar con un gran presupuesto la directora presenta varias secuencias de acción que superan en materia de realización a varios tanques hollywoodenses que vimos en el último tiempo. El duelo de francotiradores que se produce en la mitad de la historia es mortal.
Sin embargo, es el reparto el que lleva la historia con sus interpretaciones, donde se destacan también cameos locos de Guy Pearce y Ralph Fiennes.
Entre las películas que se hicieron recientemente sobre este tema, la historia de Vivir al límite es la mejor de todas y merece su visión.
EL DATO LOCO:
James Cameron se encargó de convencer a la directora para que dirigiera este film que en un principio a Bigelow no le atraía demasiado. Al final siguió el consejo del director de Avatar y Vivir al límite se convirtió en la película más importante de su carrera, además de la producción independiente más taquillera de los Estados Unidos en el 2009.