Viviendo con el enemigo

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

¿Debo decir me tocan todas a mi? ¿Habré llegado tarde al reparto? ¿Qué hice yo para merecer esto? Estoy hablando de tener que pensar en que escribir sobre las películas, que el prócer que tenemos como nuestro jefe me encargó. ¿Será solo un acto de venganza por criticarlo que no va los médicos, o el encono tiene otros orígenes?

Casi una reproducción de su titulo, todavía no lo considero un enemigo, en cualquier momento, si continua con esta catarata de maldades. Hagamos lo que me solicita.

Todo aquello que rodea al texto en tanto guión literario es lo mejor que tiene esta producción.

La historia se centra en la relación triangular amorosa de una pareja de británicos con un germano dentro de la mansión del alemán, a las afueras de la ciudad de Hamburgo, recién finalizada la segunda guerra mundial.

El director hace jugar el espacio físico donde se desarrolla la mayor parte de las acciones como un reflejo del exterior, con espacios prohibidos, los permitidos, los cercados y los comunes, esos que jugaran un papel importante para los encuentros y desencuentros. Los primeros físicos, los segundos dialécticos.

También hace buen uso de la dirección de arte y en especial de la fotografía.

No ocurre lo mismo con la banda sonora que hasta tiene deslices que pecan mas de ingenuos que como fallidos, como por ejemplo el incluir en determinados momentos música de jazz que solo altera lo construido sobre el personaje, quien había aclarado su formación musical con “Claro de Luna” de Claude Debussy, en claro antagonismo con el anfitrión.

Pero ahí se termina todo, pues el relato peca de previsibilidad absoluta, no solo eso, nada esta construido ni desarrollado respetando los tiempos necesarios para que las acciones se sucedan, todo dan la sensación de ser impulsos sin desarrollo ni justificación, por parte de los personajes.

El coronel Lewis Morgan (Jason Clarke) es destinado a la ciudad de Hamburgo para poner orden en los restos de la ciudad después de la guerra, allí llega junto a Rachel (Keira Knightley) su esposa, haciendo uso de sus privilegios, se apropia de la mansión familiar del arquitecto Sthepen Lubert (Alexander Skarsgård) quien vive junto a su hija y la servidumbre.

El inglés demuestra que no es un militar yankee, es todo un caballero ingles, por su parte el alemán aclara más de una vez, nunca haberse afiliado al partido nazi. Ella una inglesa flemática de pura cepa. La convivencia igualmente no será fácil, ambas familias traen de arrastre sendas tragedias provocadas por la situación vivida tiempo antes.

De hecho el titulo original remite a “consecuencias”, pero nada puede suceder por generación espontánea.

El filme se estructura de forma clásica, utilizando las subtramas, la de la hija del alemán en relación con un joven nazi fanático, o la del coronel con la obediencia debida, que funcionan más como cierre de cuestiones de personajes que como impulsoras de la narración.

El filme empieza muy abajo, no despierta interés alguno en ningún momento, la esperanza que despegue esta puesta en los actores, que son eficientes, pero no son grúas que pueda levantar de la medianía general al guión que dio origen al filme.