Viva

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Celebro la vida

En Viva (2015), el director irlandés Paddy Breathnach se traslada a La Habana para incursionar en la búsqueda de la identidad y ver como ésta influye en la relación paterno filial a través de un joven drag queen y su padre boxeador.

Luego de una serie de planos de la ciudad de La Habana desde el aire, la trama va directo al núcleo de la película: un bar de drag queens regido por Mama (Luis Alberto García). Ahí es donde conocemos al protagonista, Jesús (Hector Medina), un joven que lucha para poder sobrevivir arreglando pelucas. El mundo del bar de drag queens es colorido y glamoroso, pero lo que llama la atención a nivel emocional es Jesús viendo cómo actúan las drag queens, con los ojos llenos de deseo.

Cuando le dan por fin la oportunidad de hacer un casting y más adelante actuar, su padre, Ángel (Jorge Perugorría), un boxeador retirado y que ha estado ausente desde que Jesús tenía tres años, aparece de repente. Ángel se muda a la casa donde ha estado viviendo Jesús solo desde la muerte de su madre y le prohíbe que actúe de nuevo, apoderándose así de cada aspecto de la vida que él se había construido. A través de la lucha del padre y del hijo para hacer frente a este conflicto, mediante acuerdos, y resolver todas las frustraciones que ambos han construido durante años, se invita al espectador a pensar acerca de la importancia de encontrar la identidad de uno mismo y de cómo equilibrarla con las obligaciones y expectativas de la familia o de la sociedad.

Las actuaciones de drag queen son, sin duda, un elemento muy importante de Viva, ya que son el hilo de la historia y, además, aportan al personaje los medios para crecer. Con cada actuación, Jesús/Viva, se vuelve más fuerte, al igual que inocente y vulnerable. Las canciones que elige para sus actuaciones, las cuales forman parte de grabaciones antiguas que dejó su madre, no solo permiten que se conozca su pasado y su personaje, sino que también le permiten avanzar, motivándolo para que él y su padre se abran el uno al otro.

Breathnach practica el arte de la moderación con éxito para mostrar La Habana, absteniéndose de iluminar demasiado o de emplear demasiados colores llamativos. Sin embargo, La Habana no es más que un telón de fondo frente a la historia que tiene lugar. Viva es una película poderosa que celebra el amor por uno mismo, por la familia y por la vida, que tira de la fibra sensible del espectador hasta el último momento y que cuenta una historia actual, relevante para todo el mundo como lo es el tema de la identidad sexual.