Viva

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

El idilio

Si Viva (2015) de por sí es una propuesta de lo más singular, ya que en esencia hablamos de una película sobre travestis artistas cubanos filmada por un equipo irlandés, más extraño aún es que llegue al circuito comercial de Argentina, un enclave casi siempre dominado por los tanques hollywoodenses y alguna que otra obra nacional “bendecida” por la televisión. La historia se centra en Jesús (Héctor Medina), un peluquero cuya clientela son las drag queens de un local nocturno de La Habana. Justo cuando por fin se decide a subir al escenario con atuendos femeninos para hacer playback, su padre Ángel (Jorge Perugorría) aparece en su vida, un ex boxeador alcohólico y frustrado que estuvo preso por asesinato. Con su madre muerta y curioso por este hombre al que nunca conoció, Jesús intentará llevarse bien con su padre por más que el susodicho le prohíba de lleno actuar en el boliche.

Al sopesar el desempeño previo del director Paddy Breathnach el trasfondo del proyecto continúa en la nebulosa, principalmente porque viene de realizar dos opus de terror apenas pasables, Shrooms (2007) y Red Mist (2008), no obstante si consideramos al guionista de turno, Mark O'Halloran, ahí sí terminamos de comprender a este relato sobre excluidos que recorren las calles de la capital cubana: O'Halloran es un actor y guionista conocido por haber escrito los dos primeros trabajos de Lenny Abrahamson, las muy similares en tono general Adam & Paul (2004) y Garage (2007), antes de que el cineasta se cortase solo y alcanzase la notoriedad con las excelentes Frank (2014) y La Habitación (Room, 2015). Al igual que aquellas, Viva es un retrato de un personaje fuerte pero al mismo tiempo un tanto desamparado, capaz de salir airoso en un entorno duro y también vulnerable por momentos.

En esta oportunidad lo que prima es el devenir del melodrama exacerbado, ese que calza perfecto con los motivos clásicos del cine queer y la banda sonora del convite, la cual a su vez cuenta con un cúmulo importante de baladas, boleros y sones cubanos. Cuando Jesús comience a entender los problemas psicológicos de Ángel y -en pos de la necesidad que tiene de validar su figura ausente- lo obedezca en eso de no concurrir más al local regentado por Mamá (Luis Alberto García), un travesti veterano encargado de seleccionar los números musicales que se presentan cada noche, el joven se verá obligado a volver a la que fuera su segunda ocupación luego de la peluquería, la de taxi boy. La película utiliza este contrapunto entre el mundo del arte (el que le genera satisfacción al protagonista) y del trabajo (vinculado a la prostitución) para explorar las diferentes facetas de la marginalidad.

Ahora bien, el éxito de la realización de Breathnach reside en las esplendorosas actuaciones de un elenco pequeño aunque con secundarios tan coloridos y eficaces como los personajes principales, lo que suma mucho al humanismo y la perspicacia que transmite el film minuto a minuto. Otro punto a favor de Viva, que compensa por completo la poca originalidad de la premisa de base, es que desde el inicio la obra se nos plantea como un pantallazo muy abarcativo de la vida en La Habana, marcada por una decadencia impetuosa, zigzagueante y extremadamente bella que en todo momento resulta mucho más digna que la que ofrecen las grandes ciudades del capitalismo con sus rascacielos eternos y un lujo obsceno que se la pasa subrayando las injusticias sociales de un sistema cada día más corrupto y patético. Hoy el idilio artístico es una vía de escape del infierno de la explotación sexual y una puerta de entrada a una afirmación identitaria que asimismo posibilita el hecho de hacer las paces con un pasado que en un principio no se comprende y que luego se acepta y supera…