Vista por última vez

Crítica de Juan Pablo Cinelli - Página 12

"Vista por última vez", un Viagra hecho película.

En varios rubros, se trata de "una película más", con varios tópicos conocidos y una mirada tan conservadora como para que todo gire alrededor del héroe masculino.

Típica historia sobre un ciudadano desamparado que debe resolver un problema al margen de la ley, ante la dificultad del estado burocrático para hacer funcionar sus instituciones, Vista por última vez es de muchas formas una película más. Es una más de justicia por mano propia; una más de acción protagonizada por Gerard Butler; una más de un hombre solo contra el mundo para proteger a su familia. Pero yendo un poco más allá de ese carácter premoldeado, este tercer trabajo como director del actor Brian Goodman ofrece algo más. Detalles que, sin embargo, no parecen surgir orgánicamente del relato, sino como expresiones involuntarias del punto de vista conservador que sostiene su estructura.

Will y Lisa atraviesan un momento difícil de pareja: ella le fue infiel y, aunque él la perdonó, no consigue encontrarse cómoda en el vínculo. Por eso decide tomarse un tiempo en casa de sus padres, en un pueblito de los Estados Unidos profundo, y hacia ahí se dirigen. Pero cuando paran a cargar nafta, ya cerca de llegar a destino, Lisa desaparece. A partir de ahí la película se desarrollará sobre la estructura básica de los thrillers de su tipo, en la que el marido pasa a ser sospechoso y no solo debe encontrar a su mujer porque todavía la ama, sino para probar su inocencia.

literal posible y es marcado por el resto de los hombres como responsable. Lo acusa el detective; lo acusa su suegro; hasta el empleado de la estación de servicio parece señalar su responsabilidad en la doble pérdida. Will se ha vuelto impotente y, ante la burla del resto de los machos de la manada, debe recuperar su virilidad. En otras palabras: Vista por última vez es una pastilla de Viagra hecha película, una fábula de redención masculina. La moraleja: poseer a una mujer es un acto de voluntad del hombre, quien debe estar dispuesto a bajar al infierno para que ella por fin se dé cuenta de que solo sigue viva gracias a él.