Visages Villages

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

El año pasado le dieron el Oscar Honorario a Agnès Varda, de 88 años, creyendo que se retiraba. En vez de eso, salió con el artista callejero JR, de 33, en una camioneta con forma de cámara fotográfica por los pueblos del interior de Francia. El resultado es esto que ahora vemos, una delicia, ocasión ideal para encontrarse, o reencontrarse, con doña Agnès y disfrutar de su ingenio y su amor a la vida. "Visages/Villages" ("Faces, places" en EE.UU., "Caras y lugares" en España, donde no le hallaron la rima) se fue haciendo sobre la marcha. Por ejemplo, conocen a la única mujer que sigue viviendo en un viejo barrio. Le toman una foto y JR, especialista en gigantografías, pega la ampliación, enorme, en el frente de su casa hasta entonces apagada. Ahora la calle entera luce de otro modo. Hay que verle la cara de asombro a esa mujer. Y lo mismo hacen en otros lados, con toda clase de personas que nunca saldrán en los diarios, pero forman el alma de un pueblo. Todas encantadoras, salvo el único famoso, Jean-Luc Godard, al que van a visitar y los deja afuera. En fin, se quedará sin su gigantografía. La obra entera transcurre en un clima de buen humor, creatividad, algo de nostalgia y una pizca de tristeza, porque Varda ya tiene problemas serios en la vista. Fotógrafa, cineasta y artista plástica desde su juventud, ella es la única figura de la nouvelle vague que aún se mantiene y goza del amor de los espectadores. Imposible dejar de quererla.