Virus:32

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

El escalofriante relato de zombis de Gustavo Hernández

El director uruguayo de “No dormirás” vuelve a los orígenes de su ópera prima “La casa muda”, con este claustrofóbico film protagonizado por Paula Silva y Daniel Hendler.

Unos fastuosos movimientos de cámara describen la zona portuaria de Montevideo con sus edificios y habitantes. Se trata de un plano secuencia circular que sigue a Iris (Paula Silva) hasta el viejo club que vigila por la noche con la compañía de su pequeña hija Tata (Pilar García). Este movimiento circular genera la sensación de encierro en una suerte de prólogo de lo que vendrá: La puja por salir con vida del enorme galpón cuando una maraña de violentos zombis las acechan, mientras, por otro lado, busca salvar a su hija escondida en los recovecos del edificio, con la culpa de la muerte de su bebé en sus espaldas. La trama es convencional pero la manera de narrarla sumamente novedosa.

Hernández apela a todos los recursos visuales a su disposición para hacer, con pocos personajes y una única locación, un film angustiante con momentos que rozan la desesperación. Un tour de force por sobrevivir al ataque de los infectados por el virus en las laberínticas instalaciones del viejo gimnasio. La clave para escapar estará en los 32 segundos de parálisis que tienen los zombis luego de matar.

Virus: 32 (2022) demuestra que el cine de género latinoamericano tiene un nivel extraordinario. La película apunta al clima opresivo y a las sensaciones producidas, prescindiendo de las explicaciones de algunos hechos. Con un diseño sonoro, una iluminación que juega con la oscuridad y, sobre todo, el minucioso trabajo de montaje (atento a lo que se muestra y a lo que se sugiere, al estilo Tiburón), la producción logra la difícil tarea de mantener la tensión de principio a fin.

Gustavo Hernández hace cine de terror de calidad, potente y estremecedor, con mucho conocimiento de la historia del cine, en esta coproducción argentina-uruguaya que tiene todo para convertirse en un clásico contemporáneo que, podrá gustar o no, pero que de ningún modo pasará inadvertida.