Violette

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

Eróticamente libre.

El desafío de un escritor es realizar un camino narrativo que le permita encontrar no solo una voz propia sino también un estilo particular que entable una discusión con un tipo de lector. El caso de Violette Leduc es paradigmático en este sentido. Sin pertenecer a la cofradía intelectual de la época y sin una educación universitaria, conoció a través del azar a Simone de Beauvoir, de quien se convirtió en amiga íntima, y comenzó una accidentada carrera literaria que la llevó a convertirse en un ícono de la literatura feminista europea. Sus descripciones de la sexualidad femenina, sus escenas de amor lésbico y su crudeza poética la convirtieron en una de las escritoras más atrevidas y censuradas de su época.

La película de Martin Provost desarrolla la vida de Leduc a partir de su relación con distintos personajes de la cultura que marcaron su vida, en la que se destacan la profunda y fluctuante relación con Beauvoir, su tensa amistad con Jean Genet y sus comienzos literarios en plena ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial empujada por el rechazo de Maurice Sachs, un oscuro personaje que murió en plena guerra en circunstancias poco claras. Violette es un recorrido cargado de emotividad y erotismo sobre la literatura francesa enfocada en una autora que creció y vivió en la pobreza hasta que Beauvoir comenzó a proveerla de un sueldo que le permitió viajar y escribir sin apremios económicos hasta llegar a editar algunas de sus mejores obras como La Bastarda, que le otorgó finalmente el esquivo éxito de ventas y la consecuente libertad económica.

Con un fondo sonoro de violines minimalistas viscerales, Violette representa el sufrimiento, la falta de autoestima, la desconfianza, el rechazo y la hostilidad ante una realidad frustrante y decepcionante que marcó su vida y sus anhelos. La interpretación de Devos de los deseos y las desilusiones de Leduc es extraordinaria y demuestra porqué es una de las actrices más solicitadas por la cinematografía francesa. Sin recurrir al contexto político o social, la película se centra de forma obsesiva sobre Violette como personaje para ofrecer una biografía construida en base a la introspección y las relaciones sociales y no sobre análisis históricos.

La obra de Leduc fue una constante rememoración de sus vivencias basadas en el desencanto y el pesimismo exacerbado por la condición subyugada de la identidad femenina. Violette no fue solo una escritora con un estilo poético sensual sino que abrió un camino a los escritores de su época al narrar la sexualidad abiertamente desde el punto de vista femenino, algo inaceptable para la mayoría de los editores de la época. Todo el film está construido sobre esta base interpelando a la escritora y a su entorno, a la vez que a sus lectores y a los espectadores. Con un espíritu artesanal, Provost indaga pacientemente en estos sentimientos buscando las conmociones y los puntos de quiebre para reconstruir un capítulo muy importante de la historia del feminismo en Francia.