Violette

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Una vida incomprendida

En plena posguerra, cuando la miseria tuerce valores casi naturalmente, Violette Leduc, sobrevive contrabandeando comida en París desde su pequeño departamento. Pero un día conoce a la deslumbrante Simone de Beauvoir, una escritora agudísima, conectada con su tiempo, con la que entablará una relación en donde la búsqueda de la libertad será uno de los elementos fundamentales de la relación.

En plena posguerra, cuando la miseria tuerce valores casi naturalmente, Violette Leduc, sobrevive contrabandeando comida en París desde su pequeño departamento. Pero un día conoce a la deslumbrante Simone de Beauvoir, una escritora agudísima, conectada con su tiempo, con la que entablará una relación en donde la búsqueda de la libertad será uno de los elementos fundamentales de la relación.
Al igual que en Séraphine (2008), donde abordaba la vida de una pintora desconocida y torturada, el realizador francés centra su relato en el martirio de un personaje trágico, primero sojuzgada por un intelectual homosexual con el que finge estar casada, luego por su familia, pero por sobre todas las cosas por su tiempo, que no le permite vivir su sexualidad y menos aun que la de a conocer a través de textos incendiarios, de una notable sinceridad erótica.
La película entonces muestra todos los rechazos por su figura poco atractiva (aunque Prevost se encargue de desmentirlo en cada toma, sobre todo en una escena donde Emmanuelle Devos se baña, espléndida y cargada de sensualidad) y la carencia afectiva que sufre la protagonista, para después abordar la relación que establece con Beauvoir (Emmanuelle Devos), segura, inalcanzable, desbordante de logros.
Sin embargo, Violette Leduc es para la escritora el caso particular, una entre miles de mujeres que la ven como su portavoz, alguien que muestra un camino posible para el feminismo. Pero además, los textos de Violette son para Simone de Beauvoir otro motivo de fascinación, aunque siempre manteniendo la distancia, por lo que el deslumbramiento entre ambos personajes es evidente. Entonces Violette es una biopic, una vida marcada por la incomprensión de la época que le tocó vivir a su protagonista y la soledad que la persiguió siempre. Sin embargo, como uno de esos raros ejemplos donde el cine y la literatura se complementan, Prevost logra filtrar los textos de Violette Leduc mientras cuenta su infelicidad y entonces, más allá de construir un buen relato, también invita a leer a una escritora olvidada.