Violette

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Experto en biografías de mujeres artistas (venía de hacer Séraphine, sobre la pintora Séraphine de Senli), el director Martin Provost cambia de época y de universo para rescatar en Violette la historia de Violette Leduc (1907-1972), una escritora que ha sido revalorizada por la intensidad, la valentía, el descarnado erotismo y el espíritu siempre provocativo de su obra, de neto corte autobiográfico.

El film arranca con un prólogo en el que se describe la tortuosa convivencia de Violette (otro extraordinario trabajo de Emmanuelle Devos) con el escritor gay Maurice Sachs (Olivier Py). La sufrida mujer abandona el campo y se instala en París, donde se gana la vida vendiendo alimentos en el mercado negro. Tras el fin de la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, alcanza a publicar su primera novela, L'Asphyxie, gracias al apoyo de una tal Simone de Beauvoir (la exquisita Sandrine Kiberlain).

La relación entre Leduc y Beauvoir es uno de los ejes principales que sustentan a este film episódico: mientras Leduc se apasiona hasta la obsesión por la autora de El segundo sexo y Los mandarines, quien se convertirá no sólo en su objeto del deseo, sino también en su principal fuente de inspiración, la mítica escritora pondrá siempre una prudencial distancia, aunque jamás dejará de ser su mentora y hasta su mecenas (Leduc fue admirada también por Jean Cocteau, Jean Genet y otros intelectuales famosos).

El film sobrevuela (pero no profundiza demasiado en) el círculo literario de los existencialistas en Saint-Germain-des-Près y expone de manera superficial los inicios de la lucha feminista contra los rígidos códigos morales de la mojigata sociedad francesa de la época, porque en verdad el énfasis está puesto en el desgarrador universo interior de esta mujer bastarda (su libro de memorias se tituló, precisamente, La Bâtarde).

En este sentido, Provost (también conocido en la Argentina por El vientre de Juliette) se regodea demasiado con una serie de excesos melodramáticos al describir en detalle los problemas de autoestima, la autoflagelación, la acumulación de decepciones intelectuales y amores frustrados por parte de una mujer atormentada (fue varias veces internada y hasta tratada con electroshocks) que se sentía siempre miserable y abandonada.

Durante las más de dos horas del film, también se exponen algunas situaciones pesadillescas, mientras la voz en off de Devos lee varios pasajes eróticos (tanto homo como heterosexuales), que en muchos casos resultarían censurados en su época, pero que luego alcanzarían -tanto por su audacia como por su valor literario- una merecida reivindicación.