Vincere

Crítica de María Eugenia D'Alessio - A Sala Llena

La distorsionada imagen de un Mussolini ejemplo de padre de familia, hombre íntegro y esposo abnegado, y que fuera ya tema de otro film (El secreto de Mussolini, dirigida por Fabricio Laurenti y Gianfranco Norelli), es retomado por Bellochio en Vincere. Pero el foco de atención en esta película son los padecimientos que tuvo que sobrellevar una de sus amantes, Ida Dalser, con quien el dictador se casó y que además fuera la madre de Benito Albino, el hijo que tuvo con el Duce y de quien poco se supo porque el régimen se encargó de mantener oculto.

Bellochio, en cuya filmografía plasma una constante crítica social y política, muestra en este trabajo un profundo estudio sobre el verdadero Duce y el poder político en la Italia de la década del ’20. La historia permite remontarse fácilmente a la Roma de aquellos años, ya que hay una cuidadosa recreación de la ciudad y ambientación a través de las escenografías, además del vestuario, lo cual evidencia un minucioso estudio de la época. Documentos audiovisuales que se insertan en la trama agregan veracidad y dan testimonio del contexto político en el que transcurre el relato.

La ilimitada ambición y egoísmo de un Mussolini inescrupuloso, interpretado por Filippo Timi (In Principio Erano le Mutante, Aprimi il Cuore, entre otras) lleva a la abandonada pero perdidamente enamorada Ida Dalser (Mezzogiorno, quien protagonizó entre otras La ventana de enfrete y La Bestia Nel Cuore), a hacer lo imposible para que el marido reconozca la unión entre ambos y acepte al hijo que tienen en común. La desesperación de la mujer y su incomprensible rebeldía ponen en peligro la imagen del Duce, por lo que éste toma una inesperada determinación. La suerte del hijo (también interpretada por Timi) termina siendo similar a la de su madre.

El relato narra el sufrimiento opresivo de la Dalser de manera descarnada, además de la lucha sin sentido que esta lleva adelante por conseguir lo que sabe que nunca logrará. El apasionamiento de Ida contrasta con la frialdad inimaginable de Mussolini; la oscura personalidad de él se refleja en la vida derrumbada de ella, quien se expone hasta la humillación. Ambas interpretaciones son complejas, precisas; más que convincentes. Las tomas y planos refuerzan la personalidad de los personajes. Las escenas en los grandes espacios acentúan la debilidad de los perdedores.

Asfixiante por momentos, Vincere es cruel, realista, tremenda. Pese a ello, de a ratos la atención decae; la sensación es que algunas escenas son redundantes y sobran. Sin embargo, vale la pena no perdérsela.