Vincere

Crítica de Laura Gehl - Cinemarama

Hace unos años una investigación llevada a cabo por los documentalistas Gianfranco Norelli y Fabrizio Laurenti (que se puede ver en El secreto de Mussolini) trajo a la luz la historia de Ida Dalser, amante de Benito Mussolini con quien tuvo un hijo en 1915, su primogénito. En permanente ascenso político, Mussolini decide casarse con Rachele, su primera amante, y abandona y niega a Ida y al pequeño Benito (a pesar de haberlo reconocido). Ante la insistencia de Ida de gritar a los cuatro vientos su verdad y de ser reconocida como mujer del Duce, este simplemente los encierra a cada uno en un manicomio. Marco Bellocchio narra justamente eso, y lo hace siempre desde la óptica de Ida, casi desde los ojos de Ida, el dictador sólo está presente mientras es realidad en la vida de ella, cuando es el Duce se convierte en una imagen en la televisión, en un busto, en cuadros adorados y temidos, pero nunca tiene la palabra, aunque se lo vea vociferando en algunos fragmentos de sus discursos. El centro de la película, épica y melodramática, es la lucha que esta mujer lleva a cabo para que alguien le crea y poder salir y reencontrarse con su hijo, una lucha por la justicia y la verdad, nada más ni nada menos que eso. Bajo esa propuesta, reivindicadora de la verdad de Ida, y rescatando su historia con particular cuidado, sutilmente se desnuda, social y políticamente, una época marcada por el fanatismo y la crueldad.