Vienen por el oro vienen por todo

Crítica de Marcos Rodriguez - CineFreaks

La militancia

Uno de los entrevistados dice en un momento que cuando la compañía minera amenazaba con abrir la mina en Esquel, aquellos que se oponían sintieron que tenían que salir a librar una guerra. En esa guerra lo importante era el impacto y la determinación. El problema es que, años después, Vienen por el oro, vienen por todo parece querer perpetuar ese aire de guerra ideológica, cuando las circunstancias han cambiado.
Al principio, el documental parece intentar disfrazar su estrategia: vemos tomas aéreas amplias de Esquel, paisajes con ovejas, personas que hablan de modo reposado y recuerdan los acontecimientos. Pero no podemos tener muchas dudas: la película marca posiciones muy claras. Por si el título no hubiera sido suficiente, encontramos de pronto una secuencia que con voz en off y animación nos explica cómo es que funcionan las mineras multinacionales. Después resulta que aquellos que defendían las minas se nos muestra como personajes patéticos, ridículos o diabólicos. Y después tenemos todo el despliegue de la epopeya de la resistencia, con héroes de ideales místicos y mirada perdida. Para el final no queda ninguna duda: el mensaje apocalíptico de la voz en off quiere llamar a las armas.

Nos damos cuenta, entonces, de que Vienen por el oro, vienen por todo no es, como podía parecer en un primer momento, un documental sobre el intento de abrir una mira de oro a cielo abierto en Esquel, sino un documental que registra la resistencia de los vecinos de Esquel frente a esa mina. Y su victoria. El tono, claro, pasa a ser otro.

Como documental militante, Vienen... no intenta informar, explicar, narrar, casi no intenta adoctrinar. Con la fuerza de argumentos que se cree evidentes (cosas como: "Sentí en el corazón que iban a hacerle un agujero a la tierra y que tenía que pararlo"), lo que quiere es movilizar. El problema es que si el espectador no estaba desde antes convencido de lo que se propone en la película, se va a quedar afuera y podrá ver entonces, desde un lugar privilegiado, los mecanismos internos de una campaña de propaganda. ¿Qué quiero decir?

En una escena, una maestra le explica a sus alumnos que cuando uno contamina la naturaleza, todo se muere, y que eso es lo que quería hacer la empresa minera y por eso había que luchar contra ella. El mismo tono tiene el documental: las multinacionales son malignas, se quieren aprovechar de nosotros y matarnos, hay que luchar contra ellas. En Esquel, lucharon.

Particularmente reveladora resulta la secuencia en la que, cuando todo está dispuesto para hacer un plebiscito entre los vecinos sobre el tema de la mina, una mujer sale por las casas a recolectar firmas para el no a la mina. La chica visita casas humildes y les pregunta a los vecinos qué opinan sobre las minas. Frente a la duda inicial o la negativa, en lugar de explicar la situación para que el interlocutor saque sus conclusiones, la chica dice: "Dicen que nos van a dar trabajo, pero nos van a contaminar con cianuro y nos vamos a morir todos". Con frases como esa, consigue sus firmas.

El problema de Vienen... no es su mirada abiertamente ideológica, sino la poca habilidad con la que maneja sus argumentos para intentar llevarnos a la lucha. A fin de cuentas, muchos escucharán en este documental lo que quieren escuchar.

Sí resulta increíble el momento en el que, una vez que pasó el conflicto, habla a cámara el ex gobernador de la provincia. Parado frente al mar dice: "Dijeron que no al proyecto porque decían que se iban a morir todos. Y no era tan así. Era un poco así pero no tanto". A confesión de parte...