Viene de noche

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Puede ser el fin del mundo. Todo lo exterior es una amenaza. Al menos así lo entiende una familia que se refugia en un caserón penumbroso, que tienen armas, que acaban de matar y enterrar al abuelo, atacado por una peste. Los sobrevivientes son un matrimonio y su hijo de 17 años, que suponen pueden mantener una “normalidad”, una “civilización” si mantienen las normas, armados hasta los dientes, con reglas estrictas y sin vacilaciones a la hora de matar “infectados”. No hay monstruos que rodean a los supuestos normales. Y esa es la inteligencia del director y guionista Trey Edward Shults, que construye con rigor y astucia este film de horror sin monstruos ni efectos especiales. La llegada de un intruso, que luego traerá a su mujer y a su hijito otorga al film de tensiones de todo tipo, sexuales entre la joven esposa y el adolescente, de competencia entre los dos hombres. Cuando en un momento el dueño de la casa le dice a su hijo si sabe lo que puede hacer la gente cuando es presa de la desesperación, nadie duda que este hombre pueda ser un frío asesino en nombre de la sobrevivencia, ni que falte a la verdad. Convivencia forzada, tensión constante, y un desenlace que por lo que se ve y se intuye siempre dobla la apuesta de lo más oscuro. Una película construida para el entretenimiento, la tensión, la reflexión y la admiración para actores como Joel Edgerton.