Videocracy

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Con un estilo descriptivo y sensorial, focalizando en la fuerza de las imágenes y despojado de subrayados, el documentalista Erik Gandini realiza una demoledora semblanza del poder omnímodo del mandamás italiano Silvio Berlusconi. El título del film, Videocracy (algo así como imagencracia), grafica el concepto de un trabajo testimonial que engloba un país dominado y sometido por un empresario capitalista y de derecha que pasa de ser jerarca de los medios a jefe de estado. Gandini, desde una óptica irónicamente objetiva, acentuada por un desapasionado y monocorde relato propio (como Solanas en sus films pero con una expresividad opuesta); muestra a un país, el suyo, embrutecido. Una Italia limitada intelectual, cultural y emocionalmente por los medios hegemonizados por Berlusconi y sus laderos, algunos descaradamente mussolinianos como un famoso empresario televisivo que usa de ring tone una marcha al Duce. Dentro de una impronta eminentemente audiovisual la TV es la reina, mostrando personajes y programas que, más allá de una obvia frivolidad, bordean lo obsceno, lo patético, degradan ideales y anestesian conciencias. Al punto que el espectador por momentos parece estar asistiendo a un film futurista acerca de un país alegórico, dictatorial, orwelliano. Pero no, es el presente en Italia y Videocracy no recurre a ficción ni recreación alguna. El tramo final que aborda el itinerario de un sujeto mediático llamado Corona y un par de datos estadísticos inquietantes, si de un país del primer mundo se trata, terminan de redondear un documental apabullante, magistral, imperdible.