Victoria (ARG)

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Un film entre la vida y el canto

Victoria Morán, excelente cantante de raíces tangueras, es seguida por la cámara con pudor, exhibiendo sus aspectos profesionales pero también privados, de manera minuciosa y más que nada profundizando la mirada, observando los movimientos y valiéndose de las palabras de la protagonista.
Documental de observación en donde las decisiones estéticas del director deciden que la imagen no se subraye con la voz en off y que los testimonios frente a cámara sean reemplazados por la autenticidad del personaje y de aquellos que lo rodean, Victoria se aleja de los lugares comunes del género y de las rutinas redundantes en films similares.
Así, el trabajo de Juan Villegas, director de Sábado (2001) y Los suicidas (2005) y co-realizador de Ocio (2010), se adentra en la faceta pública pero también íntima de Victoria Morán, 37 años, heredera y admiradora de Nelly Omar, docente profesional en lo suyo y una voz a descubrir para un público adicto a la música ciudadana.
Las imágenes fluyen sin pausas de lo artístico a lo personal, del comentario profesional a la honestidad que caracteriza al personaje. Victoria habla de su particular repertorio, se la ve escuchando a sus alumnos y dándoles los mejores consejos teñidos de una gran dosis de humor, oyendo las anécdotas de otros en esos instantes en que Villegas capta un mínimo gesto del personaje que permite más de una interpretación.
Una decena de necesarias canciones son suficientes para describir las características de un repertorio y de un personaje único, más que nada, cuando Victoria entona un par de veces "Adiós, felicidad" a través de su expresiva voz, nunca aferrada a poses e histerias gritonas e innecesarias. En esos pasajes cantados, la película ingresa en el terreno más emotivo: cuando la protagonista es tomada de perfil, desde su nuca o a través de una toma lejana con el propósito de apreciar con detenimiento la calidez y transparencia de su voz, el documental de Villegas fusiona definitivamente lo público y lo privado. Allí, Victoria, la película, expone a una gran cantante y una mujer con una insobornable actitud frente a la vida.