Víctor Frankenstein

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

A veces el hombre es el monstruo

En "Victor Frankestein" el científico y su pupilo Igor Strausman comparten la noble visión de ayudar a la humanidad a través de una investigación revolucionaria que ambos llevan a cabo para alcanzar la inmortalidad. En la búsqueda por generar tensión con el correr de las tomas, el largometraje comienza a desdibujar su objetivo y pierde el ritmo.

"La historia ya la conocen” adelanta un jorobado sin nombre y fenómeno de circo (Daniel Radcliffe) para introducirnos a esta historia que intenta encarar la leyenda de Frankenstein desde una nueva perspectiva. Mostrándonos la faceta más “humana” del cuento de terror, “Victor Frankenstein” va hacia atrás, pero no tanto, por lo que no podríamos hablar de precuela, sino de una nueva versión con escenas nunca vistas.

Un accidente de la trapecista en el circo en el que trabaja este jorobado, encuentra a Victor con esta criatura sin nombre cuando éste le salva la vida a la joven (de la que está enamorado, obviamente) casi sin herramientas. Victor nota sus cualidades innatas y lo ayuda a escapar, le da refugio en su casa, y lo vuelve normal al sacarle la joroba y lo llama “Igor”.

Obviamente la intención del protector no es hacer beneficencia, sino transformarlo en su aprendiz, o como él lo llama, su “socio” para el proyecto que tiene en mente. “La vida es temporal, ¿por qué la muerte no puede serlo también?” es la pregunta filosófica que le hace Victor a Igor, convenciéndolo de crear vida juntos. Así nace, primero un chimpancé creado con órganos de otros animales, y luego la proyección -inversor de por medio- del más grande proyecto que un hombre jugando a ser Dios puede soñar, la historia que ya conocemos.

Con toques de comedia, fuertemente impuestas de la mano de McAvoy en la primera parte, como aquel loco simpático que se transforma en el camino a la codicia de ser más que humano, encontrándose con lo contrario: “A veces el monstruo es el hombre”, otro de los lei motiv que acompaña las primeras escenas. El foco que intenta posarse en Victor para mostrar su metamorfosis pierde fuerza gracias a la narración y el protagonismo de Igor, del cual vemos su progreso, oímos sus pensamientos y conocemos su historia de amor. En la búsqueda por generar tensión con el correr de las tomas, el largometraje comienza a desdibujar su objetivo y pierde el ritmo. Lo que comienza como un drama gótico finaliza como un filme esperanzador sobre oportunidades, dos temas forzados a unirse, porque nada tienen que hacer juntos.