Víctor Frankenstein

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Si hay algo que me desborda, es el exceso de adaptaciones cinematográficas que han padecido las historias de Frankenstein y Drácula a lo largo de la historia del cine. ¿Hasta cuando Hollywood va a seguir succionándoles la sangre?. ¿Qué tanto mas se puede agregar a algo ultraconocido?. Habiendo pasado hace rato su fecha de vencimiento, ha llegado la hora de dejarlas yacer en paz... pero no: como son marcas reconocidas a nivel mundial y tienen la ventaja de estar en dominio público (con lo cual pueden usarse sin abonar un peso), el abuso continuará durante décadas y versiones fieles, heréticas y comiqueras continuarán pululando en el universo del entretenimiento hasta el fin de los tiempos.
Victor Frankenstein es otra de esa innecesarias adaptaciones. La novedad acá es que no trata tanto del monstruo sino del científico, funcionando como una especie de Frankenstein Begins y estilizada como si fuera una de Guy Ritchie (a lo Sherlock Holmes): ¿por qué el genio quiso experimentar con la resurrección de cadáveres?. ¿Cómo es que el monstruo es tan fuerte e inmortal? ¿Cómo consiguió financiamiento para su experimento?. Dudo mucho que alguien se muera por las respuestas a semejante trivia pero al menos aquí se ensaya un paquete de teorías, las cuales resultan medianamente satisfactorias para el que le interese dilucidar la intriga.

Aún con toda la previsibilidad y el hastío que me produce la historia de Mary Shelley (y la tonelada de versiones que han hecho de la misma), Victor Frankenstein me sorprendió gratamente. No es el bodrio que todos braman (y que los idiotas de la critica insisten en copiarse unos a otros, como si el arribo de un filme polémico fuera la excusa que estuvieron esperando desde hace un año para estrenar toda clase de creativos epítetos difamatorios), aunque tampoco es una película equilibrada. Tiene sus momentos de brillo, otros que son discutibles, y el tercer acto es bastante fallido. Es mas bien un filme serie B sobreproducido, que entretiene mientras dura, pero que no entrega mucho mas que un show pasable durante los 110 minutos de su duración.

Yendo al detalle, el guionista de esto (Max Landis, responsable de la excelente Chronicle pero tambien de American Ultra, la cual no le gustó a nadie) parece haberse inspirado mas en las leyendas urbanas erigidas sobre Frankenstein que en el original de Mary Shelley. Por ejemplo, nunca existió un Igor - a no ser en los dibujitos animados o en El Joven Frankenstein de Mel Brooks -, aunque si existieron otros ayudantes jorobados con otros nombres, los cuales funcionaban como esbirros del buen doctor (en vez de colegas de la profesión como aquí figura Radcliffe). Aparece el inspector Turpin, el detective con brazo ortopédico - que hacía el buen Kenneth Mars en el clásico de Brooks y que se basaba en el personaje de Lionel Atwill en El Hijo de Frankenstein (1939) - y figura que Victor tuvo un hermano llamado Henry (tal como se llamaba el caracter de Colin Clive en la versión clásica de 1931). Como se puede ver todo esto deriva en un licuado de ideas y homenajes, no tanto al texto original sino a las versiones mas destacadas que existieron en la historia del cine.

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Honestamente la primera media hora me resultó muy buena. Daniel Radcliffe hace de jorobado y actúa con completa fragilidad, demostrando que el ex Harry Potter puede actuar. James McAvoy, en cambio, parece haberse inyectado una sobredosis de adrenalina, ya que se la pasa bramando a la cámara hasta el punto de bañarla en saliva. Es una sobreactuación de gran altura pero, qué diablos, es lo que precisa un personaje de este calibre. El libreto le reserva un par de parlamentos realmente buenos - en donde debate la naturaleza de su obra y, especialmente, cuando tiene el chisporroteo verbal con Turpin, donde discuten si la ciencia es paganismo o si la religión es simplemente un invento humano - y McAvoy se relame con ellos. Su perfomance es de una intensidad admirable.

En donde Victor Frankenstein empieza a salirse de carril es en el acto II. Te da la impresión que, en la escena en donde McAvoy se emborracha, se va demasiado de madre y la inclusión de la chica trapecista en todo el meollo es artificial e innecesaria. Ni que hablar del acto III en donde llegamos a la creación de la criatura (lo que en otras historias siempre ocurre en los primeros minutos), la cual parece montada como un masivo show del Cirque du Soleil. En vez de ser un experimento modesto y privado pasamos a un ejército de 30 ayudantes manejando un pandemonio que tira rayos para todos lados.

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En sí, Victor Frankenstein no es el bodrio exagerado de, por ejemplo, Van Helsing. Los momentos en donde MacAvoy monologa son muy buenos. Quizás el problema es que el personaje principal (Igor) es un engendro creado por el libretista, el cual nunca se ve creíble - es un jorobado genio sabihondo, capaz de acceder a los carísimos libros de medicina de la época, y que trabaja de payaso en un circo donde todos los humillan -. Le hubieran escrito un origen mejor y el filme ganaría convicción. Por otra parte Igor es tan brillante en sus deducciones que le roba brillo a Frankenstein, el cual siempre termina apropiándose de sus ideas. El acto III es un dislate que abandona por completo el texto y mete subtramas delirantes - como el deseo de Victor de revivir a su hermano fallecido -, amén de volverse un festival de efectos especiales que se corta de golpe y deja en off side al resto de las tramas negándoles una resolución satisfactoria. Es tanto el deseo de volver esto una franquicia que, al dejarlo abierto, termina por arruinar los méritos que habia logrado.

Sería un delirio decir que Victor Frankenstein es una pelicula equilibrada. Es una bolsa de gatos con cosas muy logradas, otras a medio cocinar y un final poco satisfactorio (o herético, según como se lo vea). A mi me pareció bastante buena, siempre y cuando uno no se ponga papista y pretenda comparar esto con el clasicazo de 1931 protagonizado por Boris Karloff. Han tomado una historia popular y han hecho un show serie B sobreproducido, el cual entretiene bastante mientras dura. A final de cuentas todo el mundo termina rasgándose las vestiduras por la heterodoxia de Victor Frankenstein olvidándose que el 99% de las versiones que existen son serie B o Z, y son de un calibre mucho mas horrendo que ésta. A pesar de la originalidad de su idea el texto de Mary Shelley nunca fue Shakespeare y ha sido explotado hasta el cansancio como un producto de terror por estudios berretas, las cuales han generado bodrios mucho mas estáticos y aburridos que éste. Al menos démosle el margen de la duda al intentar hacer algo diferente, cosa que logra por momentos pero sin la regularidad que hubiera precisado para elevarse por encima de sus predecesores.