Viajo sola

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Irene (Margherita Buy) es una mistery shopper que se la pasa viajando a los lugares más exóticos del mundo para verificar e inspeccionar la calidad de los mejores hoteles y los servicios que brindan. Una profesión que impacta desde el primero momento de “Viajo Sola” (Italia, 2013) y que genera un nivel de hipnosis con la pantalla increíble.
Así, el filme muestra a la protagonista yendo de un lado a otro, con una pequeña valija repleta de elementos que le permiten realizar la actividad, deambula en un no presente en el que los lujos y excentricidades la acompañan y la alejan de la realidad, la cotidianeidad de su familia y demás.
Diariamente duerme en las más reconfortantes camas, cubierta por sabanas de hilos egipcios y, cuando lo desee, disfrutar de manjares a los que solo pueden acceder aquellos que poseen el dinero y el poder necesario.
Y claro está, que como dice el viejo refrán: afortunada en el trabajo…, en el amor tuvo una relación con Andrea (Stefano Accorsi), el responsable de un comercio de verduras que ahora se encuentra a punto de ser padre en una relación terminada y que no sabe cómo lo afectará la noticia.
Su hermana, con dos hijas, son las únicas conexiones que tiene con el mundo real, porque su profesión la ha convertido en un ser distante y frío al que nada parece afectarle, o al menos eso aparenta en la superficie.
Visualmente atractiva, estéticamente cuidada (con paneos y descripción de escenarios naturales increíbles) y con una interesante mirada sobre el mundo femenino "Viajo Sola" de María Sole Tognazzi, se acerca a aquellas películas que bucean en la psicología de sus personajes para poder hablar de temas universales.
La soledad, el amor, la familia, y la posibilidad, en el caso de algunos, de elegir otra manera de entenderlas son varios de los puntos que el guión presenta a lo largo de todo el relato.
Irene viaja, mucho, suma y acumula millas, pero no tiene la posibilidad de compartir realmente con nadie aquello que se va estacionando en su tarjeta de viajes.
Disfruta las esporádicas conexiones con aquellos que se acercan, como un hombre que la corteja en un hotel o una dama que analiza las relaciones en TV, pero no hay mucho más.
Si va a un concierto de su cuñado, llega tarde, y acostumbra a sus sobrinas a viajar en taxi, algo que la hermana le reclama porque no quiere que luego las jóvenes se malacostumbren, mientras la realidad las golpea de manera diferente.
En el contraste de maneras de vivir, en la búsqueda de una narración agridulce, interesante a la vez por el detalle de Irene como inspectora, es en donde “Viajo Sola” mejor encuentra el tono para poder construir los vaivenes y el devenir de la protagonista.
Quizás en la resolución de algunas situaciones, y en la obviedad de otras es en donde el relato se resiente, pero aun así, por lo atractivo de lo visual y la lograda interpretación de Buy es en donde el filme de Tognazzi se destaca y que potencia la decisión de su protagonista de estar sola y ser feliz.