Viaje al cuarto de una madre

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Película pequeñísima en su producción, austera en su tratamiento, pero impecable en su ejecución y conmovedora en su resultado, esta multipremiada ópera prima de Celia Rico Clavellino es una de las principales revelaciones del cine español reciente.

Si bien transcurre en buena parte dentro de una casa y con apenas dos personajes, es mucho más que una película "de cámara", intimista y minimalista. Se trata de un retrato profundo y minucioso de una relación madre-hija dominada por la angustia, la frustración, la dependencia mutua, pero especialmente y sobre todo por el amor incondicional.

Leonor (Anna Castillo) es una veinteañera que desea irse del sobreprotector regazo materno. El problema es que Estrella (una extraordinaria Lola Dueñas) está muy sola, frágil y triste, sumida en su impotencia y su adicción a las series. La hija no sabe cómo decírselo, pero ya es tiempo de independizarse y finalmente encuentra un trabajo como niñera en Londres y hacia allí parte. Sin rencores, pero sufriendo el vacío, Estrella se irá comunicando y siguiendo a la distancia los avatares de Leonor. Y, a partir de su habilidad para la costura, irá saliendo poco a poco del encierro interior y exterior en ese pequeño pueblo del sur de España.

El riguroso trabajo de puesta en escena, la obsesión por el detalle y la capacidad para sacar siempre lo mejor de sus dos actrices en cada plano hablan de la sensibilidad y el talento de una directora para seguir muy de cerca.