Viaje a Tombuctú

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

La violencia de modo indirecto pero franco

Tombuctú, ciudad mítica del Africa Subsahariana. Lugar de calma y sabiduría. Tenía bibliotecas, universidades, reyes sabios. Los tuaregs y bereberes cruzaban el desierto para comerciar en sus mercados la sal a cambio de las frutas y el oro. Casi ningún viajero blanco pudo conocerla durante su esplendor. Leyendas, poemas, novelas y películas la sueñan todavía como un destino ideal e inhallable. Dicen algunos que Tombuctú, o Timbuctú, significa "lugar lejano". Como las utopías, siempre un paso más allá.

Lima, años 80. Una parejita de niños disfruta de su infancia. Juegan, se quieren, fantasean, proyectan adónde vivirán cuando sean grandes. Crecen. Gozan un amor adolescente, disfrutan de la vida con sus amigos. El abuelo italiano, los padres, el hogar. Alrededor algunas cosas, solo algunas, parecen extrañas. El aire se enrarece. Hay bombas en la noche. Un viaje a las montañas será maravilloso. Debería serlo. Hay dos maneras de llegar a Tombuctú: arriesgándose a tierras lejanas, o metiéndose adentro de sí mismo.

Sencilla, sincera, sentida, con los pequeños defectos propios de una obra primeriza, que en este caso la hacen todavía más sincera, Rossana Díaz Costa, la autora, viajó hacia el punto de partida. Su historia trata la Historia de modo indirecto pero franco, a través de las criaturas ajenas a la política y la violencia, obligadas al viaje. Buena historia, creíble, personajes tiernos, encarnados con naturalidad por un lindo grupo de chicos, buena ambientación, cuidando los detalles de época, como una Mafalda de tela, envases, canciones de Soda Stéreo, Charly García, Daniel F y otros, linda música original (también andina), mucho cariño, tristeza y melancolía.

Aportes argentinos: Juan Palomino en rol de padre, muy adecuado, el director de fotografía Gabriel Di Martino, postproducción de imagen y sonido, coproductores Julieta Graffigna y Fernando Díaz, aquel de "Plaza de almas", que tan de cerca supo pintar ilusiones y dolores de los jóvenes sin maldad en este mundo. Se estrena una semana antes que en Perú, y llega con premios del público y de Latinuy, Chicago y otros lares, pero sin la necesaria difusión. Eso que vale la pena.