Veronika decide morir

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Subjetiva

Si me voy antes que vos

Veronika repasa sus veintiocho años, analiza sus días en un trabajo bien remunerado que odia, conjetura que en el futuro tendrá un matrimonio que se va a ir apagando por el hastío y las infidelidades del que se imagina, será su marido. Entonces Verónica decide morir. Y casi lo consigue, con una combinación clásica de pastillas y alcohol. Pero unos días después se despierta en un psiquiátrico y comprueba que a pesar de que falló en su intento de suicidio, las drogas que tomó dañaron su organismo y pronto morirá.

Veronika decide morir ya fue llevada al cine por el japonés Kei Horie (Veronika wa shinu koto ni shita, 2005), y es uno de los tantos bestsellers de Paulo Cohelo, el prolífico escritor-sanador brasileño que con una escritura sencilla, plagada de parábolas elementales, se convirtió en uno de los autores más importantes en el universo siempre en expansión de la autoayuda.

A la dificultad de adaptar un libro de Cohelo, la película suma otra al depositar el protagónico en Sarah Michelle Gellar, una actriz limitada, conocida principalmente por la serie Buff, La Cazavampiros y los films Sé lo que hicieron el verano pasado y Scooby Doo. Sin embargo, la directora inglesa Emily Young (Kiss of Life) demuestra un buen pulso para la dirección de actores y saca adelante el trabajo de Gellar y la rodeó con un elenco competente, comenzando por David Thewlis, que interpreta a Blake, director médico donde Verónika está internada, Jonathan Tucker, el joven esquizofrénico Edward, con el que la protagonista redescubrirá el amor, y la extraordinaria Melissa Leo como Mari, la paciente más veterana.

Lo cierto es que el problema de la película es el origen. Casi no hace la diferencia la correcta realización –aunque por momentos abusa de cierto paisajismo, con tomas casi publicitarias–, el oficio de los intérpretes y una estructura dramática medida. Es el texto de Cohelo el que anula casi todo, martillando sobre el “valor de la vida” con un planteo tramposo (que se resuelve inesperadamente al final), subestimando primero a los lectores y ahora a los espectadores.