Veronika decide morir

Crítica de Diego Lerer - Clarín

La vida y sus extraños caminos

Tras un intento de suicidio, una mujer tiene una nueva chance.

Decir que la película Veronika decide morir es de carácter terapéutico no está necesariamente relacionado con el hecho de que su autor sea el gurú de la autoayuda Paulo Coelho. No, es algo mucho más concreto: es terapéutica porque se centra, entre otras cosas, en la relación entre una mujer y su psiquiatra en el marco de una clínica de rehabilitación mental.

Veronika (Sarah Michelle Gellar, la actriz de Buffy, la cazavampiros ) está deprimida. Imagina un futuro de vida clásica, si se quiere convencional (“me casaré, tendré un hijo, mi marido tendrá una amante, me separaré, etc.”), y ante esa perspectiva que supone terrible decide regresar a casa de su buen trabajo, poner música muy fuerte (Radiohead, de hecho), abrir un whisky, disponer de unas cuantas pastillas para dormir y empezar a combinarlas hasta que el cuerpo no dé para más.

Al otro dia alguien la encontrará tirada en su casa, la llevará a una clínica y lograrán salvarle la vida, algo que a Veronika no parece caerle en nada simpático. En la clínica de rehabilitación, reunida con dos psiquiatras, le dirán una noticia inesperada: si bien zafó del intento de suicídio, su cuerpo ha quedado muy debilitado y matrecho, y es probable que sólo tenga unas pocas semanas de vida.

Los pasos siguientes de Veronika tendrán que ver con continuar sus sesiones terapêuticas, con conocer a otros pacientes del lugar (se interesa particularmente en un joven callado), con enfrentar a sus padres inmigrantes y con empezar a vivir nuevas experiencias y confrontaciones que la llevan a hacerse un replanteo de su realidad.

Basada en el best seller de Coelho y dirigida por Emily Young, Veronika decide morir es la saga de una mujer que tiene que intentar encontrarse, redescubrirse, aunque le quede poco tiempo de vida y su futuro sea incierto. Para el filme –y para el espectador-, lo que pase después no importa mucho. Imaginable como filme “con mensaje”, lo que aquí tiene que quedar claro, palabras más, palabras menos, es algo similar a aquel “vale la pena estar vivo” de un viejo filme nacional.

Los buenos actores (Gellar, David Thewlis como su psiquiatra, y Florencia Lozano como otra especialista, más apariciones de Erika Christensen y Barbara Sukowa) hacen lo que pueden con un texto flojo (escrito por Larry Gross, de las míticas 48 horas y Calles de fuego ) y con situaciones y enfrentamientos predecibles.

Más allá de alguna sorpresa o vuelta de tuerca, todo el filme parece desarrollarse frente al espectador con la inevitabilidad de un texto aprendido de memoria. Sabemos –ella, ellos, nosotros- las lecciones de vida que el filme nos deparará al acercarse al final de su recorrido. El resto del tiempo uno, simplemente, irá viendo como el asunto avanza, sin pausa pero sin prisa, a un destino prefijado en varios manuales: los de autoayuda, sí, pero también los de guion, que muchas veces suelen ser bastante parecidos entre sí.