Verdades verdaderas, la vida de Estela

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Conmovedora de principio a fin, Verdades Verdaderas - La vida de Estela, se propone ser, y lo logra, una intensa radiografía del itinerario vital de la representante de Abuelas de Plaza de Mayo
Estela de Carlotto. Pero esta auspiciosa pieza inicial del realizador Nicolás Gil Lavedra no sólo focaliza en la vida de esta extraordinaria mujer, sino también de sus afectos fundamentales, su entorno y el doloroso contexto de los tiempos del gobierno de facto detentado por militares y civiles. Por lo cual termina siendo un insoslayable homenaje a esa entidad esencial, a los nietos recuperados y a la búsqueda de los nietos apropiados. El film que va bastante más allá de la mera biografía cinematográfica y por momentos alcanza la estatura de una obra abarcadora de toda una época de la Argentina, de sus tragedias y resurrecciones.

A través de un interesante libro cinematográfico de Jorge Maestro y María Laura Gargarella, que quizás debió trabajar aún más los diálogos, la película abarca un extenso período que se adelanta a
los hechos más significativos de la historia, haciendo incluso una breve referencia a la represión incipiente del gobierno de la otra Estela, Martínez de Perón. Gil Lavedra, con cierto aire de veteranía para un joven nacido con la vuelta de la democracia, se muestra riguroso con los hechos históricos, dándose el gusto de incluir detalles expresivos y visuales que escapan a lo convencional, sin emplear elementos enfáticos, melodramáticos o discursivos innecesarios. Quizás por ello mismo, el film logra sacudir con escenas de fuerte impacto emocional que se suceden sin frenesí pero a la vez sin pausas.

Con un párrafo especial para la música de Nicolás Sorín, las actuaciones son un pilar inmejorable, empezando por una entrañable y encendida Susú Pecoraro, acompañada por un excepcional Alejandro Awada, a la cabeza de un compenetrado elenco.