Verano del '79

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Un fresco de familia

Julie Delpy es una apasionada por reflejar los laberintos de los vínculos afectivos. Lo hizo como intérprete en “Antes del amanecer”, también como actriz y guionista en “Antes del atardecer” y ahora va por todo sumándole además la dirección en “Verano del 79”. La excusa que utilizó Delpy fue contar el supuestamente temible aterrizaje del Skylab en una zona del oeste de Francia, justo en el lugar donde se va a desarrollar el cumpleaños de la abuela. Esa sensación de inseguridad y del fin del mundo originada a partir del temor por lo que fue la primera estación espacial estadounidense es una metáfora tan sutil como inteligente para contar cómo era el mundo en esos años. Desde la mirada de Albertine, de 11 años, se observa un fresco de familia, que incluye la inocencia, la crueldad y la moda de esa década combinada con los ásperos debates políticos entre la derecha y la izquierda. Pero lo más interesante es que en toda la trama sobrevuela ese respeto de “lo primero es la familia”, gentileza de Los Campanelli. El despertar sexual, el humor y los prejuicios hacen foco desde una simple reunión al aire libre, donde todos tienen algo que contar. Sin el vértigo del cine norteamericano, este filme francés invita a mirarse en el espejo y contemplar aquello que nos enorgullece y lo que nos avergüenza.