Verano del '79

Crítica de Gabriel Frenkel - Fancinema

Aquel verano en familia

El cine francés siempre fue amante de los retratos familiares. Ejemplos recientes de ello son muy buenos films como Las horas del verano o Amor de familia, por nombrar algunos y ahora la que incursiona en este tipo de historias es Julie Delpy, quien escribió, dirigió e interpretó uno de los personajes principales de Verano del ‘79, un nostálgico y luminoso retrato de familia.
El motivo del encuentro de abuelos, hijos y nietos es el festejo del cumpleaños de la matriarca de la familia, Armandine (Bernardette Lafont), en la gran casa de campo que posee la anciana en Bretaña. En la primera parte de la reunión familiar, prevalecerán los diálogos, juegos y alegrías bajo el sol tanto de grandes como de chicos sólo interrumpidos por algún ocasional chaparrón de verano, notándose la pericia de Delpy para mostrarnos cómo, en medio de este clima de jolgorio, pueden sentarse en la misma mesa, aunque con recelo, tanto el matrimonio de actores progre (Eric Elmosnino y Delpy) como el de conservadores de derecha, y cómo estas diferencias se trasladan a los juegos infantiles de sus hijos. Un acierto de la directora fue no haber caído en la tentación de cargar las tintas sobre el ala derechista de la familia y haberse animado a pegarle algún palito a los siempre políticamente correctos franceses de izquierda, pues no parecen inocentes las escenas en las que el padre cuenta que deja a su hija Albertine (gran actuación de la pequeña Lou Álvarez), de 11 años, ver la película Apocalipsis now, o en la que lleva a la niña a una playa nudista sin ser ellos una familia nudista.
En la segunda parte, tomarán más protagonismo los preadolescentes y veremos sus primeros escarceos amorosos, especialmente de Albertine, quien en un baile sufrirá su primer desengaño con un chico mayor que ella. Por otro lado, aparecerán las posturas políticas casi irreconciliables de los franceses respecto de temas sensibles como la pena de muerte, la guerra de Argelia y el Mayo Francés, estallando de un modo casi violento la tirantez familiar latente. Aquí, la realizadora tomará posición respecto de su concepto de familia al traer a colación un simpático recuerdo de la adolescencia de uno de los más exaltados, logrando que las tensiones se alivien y que todos recuerden que son una familia más allá de las distintas posturas ideológicas. Lástima que la directora creyó necesario reafirmar la idea con un subrayado innecesario al final de la película.
Delpy sigue demostrando que no es sólo la hermosa chica francesa que bailaba al ritmo de Nina Simone en Antes del atardecer ya que, como habíamos visto en los films que escribió o dirigió, como 2 días en París o en el mencionado de Richard Linklater, muestra sensibilidad y aguda capacidad de observación en la construcción de los personajes, fluidez para narrar y específicamente en Verano del ‘79, realiza una precisa recreación de la época que se refleja en la fotografía, el vestuario y la banda de sonido. Ojalá que este nostálgico y costumbrista relato coral tenga repercusión entre el público argentino, ya que no todos los jueves se estrena un fresco familiar que se deja ver con deleite y cuyos personajes puedan ser tanto el hermano facho como la cuñada hippona que se sientan a menudo en nuestras mesas familiares.