Venom

Crítica de Guillo Teg - El rincón del cinéfilo

Otra de Marvel. Sabemos de su estreno porque el plan de los estudios es tener al menos tres por año, así que la lista es larga y las nuevas propuestas también, si tenemos en cuenta las dos o tres series bajo la tutela de Netfilk. Esta vez es el turno de un personaje singular que junto a Hulk, son como los dos bastiones de la historieta con reminiscencias de Dr Jekill y Mr Hyde, en tanto según convenga a la historia uno u otro ejerce el poder sobre el otro.

En el caso de Venom, creado por Todd McFarlane en los ochenta, podemos sumar la relación simbiótica, pero vamos por partes. Olvide aquella lejana aparición en 2007, en “Spider man 3” (Sam Raimi). Vamos de cero. Eddie Brock (Tom Hardy) es un periodista de investigación comprometido con la denuncia de casos de corrupción, abusos, etc. Su popularidad se basa justamente en hacer de la corrupción un escrache público. A su vez Carlton Drake (Riz Ahmed) es un multimillonario dueño de una enorme corporación volcada a la investigación científica, quien anda detrás de un proyecto de mimetización entre un ente o sustancia extraterrestre (cuya forma y tamaño el lector deberá imaginar como un pequeño moco salido de la nariz de King Kong). Salvo que hay asido en una línea de dialogo perdida en la vorágine del montaje, o por alguna escena post créditos en una de Marvel anterior, no se explica cómo obtuvo estas muestras alienígenas, pero lo cierto es que necesita encontrar un ser vivo de nuestro planeta al cual se pueda acoplar y constituirse en un ser superior mientras dure en dicha carcaza.

A pedido de su redactor en jefe Eddie accede a realizar un reportaje cuyo objetivo es enaltecer la figura del científico, también dueño de la cadena de noticias, pero no puede con su genio y termina preguntándole por sus experimentos secretos con su consiguiente despido. Será mejor perdonar algunas traiciones al verosímil si quiere aceptar la manera en la cual Eddie ingresa en el laboratorio y es invadido por el bicho para transformarse en Venom. De esta manera se puede disfrutar mejor el trabajo de Tom Hardy que, por supuesto, pone todo al servicio de esta producción.

La vuelta de tuerca es más anunciada que el resultado de las elecciones en Brasil, pero ese no es el principal problema de “Venom”. La dificultad reside en anunciar, o amagar a desarrollar, los aspectos más interesantes como la personalidad reprimida, la relación simbiótica o parasitaria entre una moral que se traiciona a sí misma, la manipulación de los medios, para luego esquivarlos olímpicamente hacia la corrección política llevando todo a un plano más inocente, quedando Eddie/Venom como el-los únicos personajes con crecimiento dramático. Al lado de lo escrito por su creador, este antagonista devenido en antihéroe está más cerca de Heidi que de Spawn (la más oscura de sus invenciones)

No obstante, el prodigio de los efectos especiales y la pericia de la compaginación hacen que “Venom” tenga algunos pasajes que mantienen el interés. Espejitos de colores que funcionan bien como tales (la persecución por las calles hacia la mitad de la trama, el enfrentamiento final, algunos gags con la voz en off, etc), aunque sean una simple tangente.

La dirección de Ruben Fleischer (que la rompió con aquella interesante “Zombieland” en 2009) es lineal en la más tradicional de las formas. Como si cumpliese con la tarea asignada en lugar de jugar a otra cosa como en sus tiempos de cine independiente. Por supuesto hay pistas no muy sutiles que instalan la continuación, pero esto será otra historia, por ahora es el nacimiento de un producto meramente entretenido con sensación a oportunidad de desarrollo desperdiciada