Venom: Carnage liberado

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Puja extraterrestre

En esta nueva entrega del personaje de Venom, uno de los enemigos del Hombre Araña en los cómics de Marvel creado por Todd McFarlane, cuya historia fue desarrollada por el escritor David Michelinie a partir de mediados de los ochenta, el extraterrestre se enfrenta con otro alien simbiótico que se adhiere a uno de los personajes de la primera entrega dirigida por Ruben Fleischer, Cletus Kasady, interpretado por Woody Harrelson, un asesino serial encerrado en la cárcel que tras morder al anfitrión de Venom, el periodista Eddie Brock, interpretado por Tom Hardy, se convierte en Carnage, otro alien simbiótico pero de color rojo.

Después de separarse de Anne (Michelle Williams), la carrera de Eddie Brock y su vida personal se vienen abajo mientras se dedica a intentar que Venom se alimente de chocolate y gallinas en lugar de cerebros humanos. Cuando Cletus Kasady lo convoca para que se convierta en su vocero desde la cárcel, Venom descubre dónde Kasady esconde los cadáveres de sus víctimas por sus dibujos en su celda, por lo que su carrera toma un giro ante la suspicacia del Detective Mulligan (Stephen Graham). En una visita a la prisión antes de ser ejecutado, Cletus muerde a Eddie y nace Carnage cuando se lleva a cabo la ejecución de su condena a muerte, desatando una matanza en el presidio en su fuga hacia la libertad. Cletus accede a mantener la unión con Carnage para eliminar a Venom si el extraterrestre lo ayuda a recuperar a su novia, Frances Barrison (Naomi Harris). Y así sigue la trama en este film en el que nada tiene sentido ni razón de ser.

Venom: Carnage Liberado (Venom: Let There be Carnage, 2021), escrita por Kelly Marcel, guionista de la entrega anterior, en base a una historia del propio Hardy, y dirigida por Andy Serkis, responsable de Breathe (2017) y Mowgli: Legend of the Jungle (2018) y reconocido actor de reparto, es una comedia fantástica de aventuras que intenta aprovecharse del fanatismo por los films de superhéroes y antihéroes y que reproduce todos los problemas de este tipo de obras hasta el desastre.

El film de Serkis malogra un reparto espectacular liderado por Tom Hardy, Woody Harrelson, Michelle Williams y Stephen Graham, quienes caen presas de una historia incongruente, llena de bromas estúpidas, efectos especiales que no sorprenden y una corrección política que aburre. Más allá de esto el film discurre sobre las dificultades de convivencia, la aceptación de uno mismo, la amistad como fuente de entendimiento y la necesidad de empatía para con los problemas ajenos, cuestiones comprimidas en una hora y media llena de sinsentidos y prácticamente sin las matanzas prometidas en el título.

Si por un lado el título anuncia un enfrentamiento descarnado, en Venom: Carnage Liberado apenas hay una escaramuza de la que solo Woody Harrelson sale parcialmente airoso en su papel de lumpen norteamericano, producto del abuso infantil y el maltrato en las instituciones de corrección y castigo, temáticas caricaturizadas en uno de los pocos momentos sinceros y reales del film para diluir la crudeza de una situación que no va con la ligereza de la propuesta.

La dirección de Serkis es correcta dentro de todo y el principal problema parte de las ideas de Hardy. El personaje de Carnage decididamente no funciona desde ningún punto de vista, la introducción forzosa en cada escena del Detective Mulligan es ridícula, el guión de Kelly Marcel es muy pobre y con diálogos sosos, Michelle Williams no cumple un rol de ninguna índole y las composiciones de Marco Beltrami son anodinas ya que los temas musicales se pasan de insustanciales y ni siquiera representan el espíritu del film.

En el universo Marvel y en el acervo de los superhéroes, uno de los pocos géneros que aún generan fanáticos en un segmento pequeño en términos poblacionales pero considerable en términos del público consumidor cinematográfico, la saga de Venom intenta seguir los pasos de Thor: Ragnarok (2017), el bizarro film del realizador neozelandés Taika Waititi, en materia de mezclar la comedia con la epopeya fantástica de aventuras, dándole una vuelta de tuerca al drama que suele imperar en el género pero aquí nada funciona. Los actores parecen sombras de sus mejores interpretaciones, no están compenetrados con los personajes ni con sus diálogos: todo, absolutamente todo, está fuera de lugar, especialmente Venom, una contrafigura del Hombre Araña que no se luce con un Tom Hardy irreconocible que lo compone con la misma técnica de alteración de la voz que usó para el personaje de Bane en El Caballero de la Noche Asciende (The Dark Night Rises, 2012), la última entrega de la trilogía de Batman de Christopher Nolan.

Lo que en el cómic, e incluso en los dibujos animados del Hombre Araña, funcionaba a la perfección, aquí decididamente solo reproduce lo peor de los films de superhéroes y antihéroes. Ya incapaz de atraer a un público que no sea ultra fanático de este tipo de obras, alejado de la fantasía que descubre nuevas posibilidades y de la ciencia ficción que propone futuros en los cuales reflejarnos y reflexionar sobre nuestra realidad, Venon: Carnage Liberado es un intento de parodia de los films de superhéroes que no funciona siquiera como parodia de sí mismo, dejando un gran sinsabor por el desperdicio de un elenco que merecía algo mejor.