Vendrán lluvias suaves

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Un bello titulo que viene de un poema de Sara Teasdale que inspiró a Bradbury, para esta historia fantástica, en tono de fábula, que según el director Iván Fund, es “una ensoñación estructurada a modo de cuento infantil” Una historia de un matiz que roza lo apocalíptico pero que desde el punto de vista de los niños se desarrolla sin grandes dramatismos, como opción de aventura para un grupo de chicos. Ellos son los que descubren que todos los adultos, empezando por sus padres, están dormidos y no los pueden despertar. Y que tienen la puerta abierta para una libertad inesperada y tentadora. Con un grupo de pequeños actores, con desigual desempeño, pero mucho entusiasmo, el film desarrolla su cosmovisión entre ingenua y naif de un mundo que puede ser cruel pero no lo es, que tiene atisbos de problemas serios, y una interesante metáfora para los habitantes de la madurez, y que transita el género de las aventuras juveniles. Con una apuesta a lo bucólico, con buenas ideas visuales, el sabor de los pequeños detalles y momentos muy logrados de espontaneidad, solidaridad y situaciones que bordean lo terrorífico. El juego de estos niños parece no tener fin, pero también su valentía e ingenio. Esta película mereció el Astor de Plata, Premio Especial del jurado (que compartió con la coproducción de Brasil y Portugal “Chuva e Cantoria na aldeia dos mortos).