Vendrán cosas mejores

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Relato coral de nada fácil acceso, este filme que llega con diez años de retraso gracias a un loable esfuerzo de distribución, sirve para conocer a un notable director experimental que pinta contenidos con la forma.

A partir de la muerte por sobredosis de heroína de una adolescente (Tess) se estructuran relatos de seres aglutinados bajo el concepto "la vida es difícil" y la más que difícil posibilidad de que sobrevivir "es para los que se no se debilitan".

Así desfilan relaciones afectivas de adolescentes y ancianos. Gail, una chica con problemas de ansiedad (teme a los espacios abiertos) y su abuela, retenida en el hogar contra su voluntad. Los Goldwin, ancianos en crisis por la persistencia emocional del señor Goldwin, que no puede superar el engaño de su mujer, y los muy jóvenes Rachel y Larry.

El director Duane Hopkins escoge el tono elegíaco como modo de expresión. Su fotografía, sus símbolos, su música y sonidos crean sutiles atmósferas. Imágenes fragmentadas, visiones parciales a través de vidrios esmerilados, y bellas y heladas fijaciones de espacios rurales infinitos en abrumadores planos lejanos con experimentales plataformas sonoras integran un universo expresivo que ralenta el ritmo, pero enriquece las sensaciones.

SINO TRAGICO

Adolescentes que en general realizan sus primeras incursiones en el cine, algunos de ellos veteranos en el uso de drogas duras (Liam Mclifatrick, el Rob de la historia, muere poco después de la filmación, a los 24 años) y adultos sí con experiencia actoral integran un elenco sin fisuras.
Un filme difícil y un director singular.