Veloz como el viento

Crítica de Xavier Ujfalusi - Tiempo de Pochoclos

Tras la muerte de su padre Giula De Martino (Matilda De Angelis) hereda una importante tradición familiar como piloto en el circuito de GT italiano pero también una deuda que puede dejarla en la calle junto a su hermano menor. Giula tiene ahora nuevos motivos para correr y ante su crisis económica cualquier ayuda es bienvenida incluso la de su hermano drogadicto Loris (Stefano Accorsi). A pesar de sus diferencias ambos personajes se verán obligados a relacionarse para conseguir sus metas personales.

VELOZ COMO EL VIENTO fue dirigida por Matteo Rovere, se estrenó en Italia en Abril y está semana se estrena en Argentina. La misma trata una historia básica contada con una estructura predecible que si bien resulta entretenida no profundiza y termina evitando riesgos contando otra victoria del bien sobre el mal. Desde el inicio se focaliza en contar la reunión forzada de tres hermanos como consecuencia de la muerte del padre y todos los elementos están colocados para funcionar a este fin.

Es sólo gracias a sus personajes que las peripecias a las que se enfrentan resultan verosímiles pero también predecibles, tres hermanos muy opuestos entre sí por valores, ideales, género y edad se ven obligados a convivir y el entorno sólo colabora para que no tengan escapatoria a este mandato.

Veloce come il vento (AKA Italian Race) está basada en los relatos verídicos del campeón europeo de Rally Carlo Capone. Esta personalidad se refleja en el personaje de Loris De Martino, un elemento presentado al inicio como secundario pero que cobra cada vez más protagonismo y lleva adelante la historia. Esto se debe a su personalidad explosiva y cómica y su forma libertina de ver al mundo que es interpretada magníficamente por Stefano Accorsi. Finalmente será su personaje el que nutra de acción al relato y el cambio interno que atraviesa será el que generador de la controversia ante su entorno.

Matteo Rovere combina en esta película la típica estructura e historia Hollywoodense con su destacada intensión autoral en cuanto a las composiciones gráficas y auditivas, percepciones que tiene muy en claro a la hora de generar en el espectador no sólo emociones sino también sentimientos. Esto se aprecia perfectamente en las escenas automovilísticas, no sólo en las carreras sino también en las prácticas, donde todos los encuadres y movimientos de cámara resaltan la intensidad dramática en el momento preciso. Esto denota un gran logro desde el punto de vista estético, productivo y técnico, propios del mejor cine italiano.