Veloz como el viento

Crítica de Iván Gordín - Alta Peli

Vamos a necesitar un montaje!

Veloz como el viento 2El drama del underdog, también llamada “cenicienta” dentro del ambiente deportivo, es una de las estructuras narrativas más recurrentes y efectivas en la historia del cine. Desde Rocky hasta la fecha, la fórmula del perdedor con un contexto adverso que la pega en las grandes ligas luego de un montaje de entrenamiento se ha repetido numerosas veces y casi siempre con un éxito rotundo en criticas y taquilla. Veloz como el viento, otro film italiano de los tantos que está recibiendo la cartelera argentina, es otro clásico ejemplo de que la receta del underdog no parece tener fecha de vencimiento.

Giuilia De Martino (Francesca Manieri), una adolescente piloto de GT, recibe la noticia de la muerte de su padre/entrenador durante plena carrera – pasado trágico a lo Rocky – y de repente se encuentra con la responsabilidad de mantener a flote ecónomicamente a su familia – Rocky II, Rocky V, El Luchador, Talladega Nights, Dodgeball -. De su padre no solo ha heredado la pasión por el automovilismo y un Porsche customizado sino también importantes deudas contraídas para sustentar dicho vehículo. Por lo tanto, Giulia debe ganar el campeonato si no quiere perder su casa. A todo esto, la protagonista tiene un hermano mayor llamado Loris (Steffano Accorsi), ex piloto, casi homeless y con serios problemas con drogas duras – The Fighter, The Wrestler -. Para no perder la oportunidad de dormir bajo un techo, aportará a la causa siendo entrenador de su hermana con extraños y excéntricos métodos – Karate Kid, Rocky -. Si les suena familiar es porque es exactamente lo mismo de siempre pero en Italia y con autos.

Rápidos y no tan furiosos:

El film cuenta con dos grandes ventajas: en primer lugar hay una gran construcción de los personajes y en segundo lugar, las secuencias de las carreras están muy bien filmadas y editadas. Desde ya no es una película que quiera ser revolucionaria ni mucho menos pero es perfecta en su convencionalismo, es decir, cada aspecto está más que correctamente elaborado, Desde las satisfactorias y carismáticas actuaciones (aquí se destaca Steffano Acorsi) hasta un desarrollo argumental impecable. El director Matteo Rovere se las ingenia para balancear el ritmo del film con escenas apelan al núcleo emocional pero nunca descuidando la adrenalina y la tensión del desenlace final. Y si bien es en cierto punto esperable el resultado de cada competencia, la gran labor concretada en estas secuencias hace olvidar al espectador de la naturaleza predecible del género.

No soy amante de los fierros, pero los que lo sean no van a tardar en deleitarse con las bellas maquinas con las que cuenta el diseño de producción: Ferrari, Porsche, Laborginhi, todos los grandes nombres están allí. Y cuando los autos lujosos no están aparecen, Rovere aprovecha la economía de recursos proveniente de fierros menos lujosos y destartalados, logrando así un aprecio sentimental por frías latas de aluminio con ruedas, como si fueran una extensión de los personajes.

Conclusión:

Veloz como el viento es un clásico film deportivo con una realización impecable y un aprecio especial por el automovilismo. Una gran propuesta que si quieren pasar un buen rato en el cine.