Varda por Agnès

Crítica de Denise Pieniazek - Puesta en escena

Bon voyage Agnès Varda - La puesta en escena de su realidad

Después del estreno en Argentina en el marco del FIDBA (Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires) tiene su estreno comercial en nuestro país el último filme de la adorable Agnès Varda, titulado Varda por Agnès.

Por Denise Pieniazek

“He realizado muchos filmes diferentes en mi vida.
Entonces necesito contarles lo que me llevó a trabajar en esto tantos años.
Hay tres palabras importantes para mí: inspiración, creación, compartir.”
Agnès Varda (Causeries/Varda par Agnès, 2019).

En marzo de este año lamentablemente ha fallecido a los noventa años de edad Agnès Varda, una artista que sin dudas ha dejado una huella en la historia del arte, como así también ha conmovido a personas en todo el mundo. Tras su perdida, queda un solo consuelo: saber que su legado artístico -tanto sus instalaciones y muestras de artes visuales, como sus películas- es enorme debido a su mirada sensible y humana de nuestra sociedad. Pues ese es el poder único del arte, trascender las épocas hasta volverse eterno más allá de la presencia física de su autor/a.

De tal naturaleza son los largometrajes de esta creadora, que cada vez que volvemos a verlos se encuentra algo novedoso en ellos, se actualizan en cada contemplación evidenciando la gran potencia de los ideales de dicha artista. Varda por Agnès (Varda par Agnès,2019) su último filme no es una excepción a ello, en esta ocasión nos presenta sus reflexiones finales con conciencia de ello, pero sin perder la calidez y ternura que la caracterizan.

Para quienes conocen a la directora esta película es imperdible y para quienes no la conocen es una excelente forma de acercarse a su obra. ¿Por qué? Puesto que si bien ella ya había sido bastante autobiográfica e introspectiva en su documental Las playas de Agnès (Les plages d'Agnès, 2008), en esta ocasión vuelve a reflexionar sobre algunas de sus películas, tales como Cléo de 5 à 7 (1962), Sans toit ni loi (1985), Le bonheur (1965), Jacquot de Nantes (1991), Documenteur (1981), La Pointe-Courte (1955), Jane B. par Agnès V. (1988), Kung-fu master! (1988), Les glaneurs et la glaneuse (2000), entre otras, principalmente desde su concepción cinematográfica.

Además de exponer el modo trabajo en sus filmes, también lo hace a partir de sus instalaciones artísticas, su puesta en escena y sobre todo su mirada del mundo y como ella lo comprende. Mediante la alternancia entre su testimonio, algunos compañeros de trabajo y su obra, Varda nos recuerda cuán importante es el deseo, y sobre todo tres conceptos de vitales para ella que atraviesan toda su obra: inspiración, creación y compartir.

En consecuencia, en Varda por Agnès, Varda comparte con nosotros sus reflexiones, su concepción del arte y hasta la estructura en si misma de cada una de sus obras con total honestidad sobre el proceso creativo. A través de sus obras enuncia profundas reflexiones como la dificultad de ilustrar el tiempo, críticas a la sociedad y el concepto de felicidad que ésta construye, la inspiración espontánea y cómo a veces lo que ella capturaba con su cámara la iba guiando (*) y también que la gente -sean actores o “personas comunes”- son el corazón de su trabajo. Lo cual es muy notorio no sólo en el tratamiento cercano de sus personajes sino también en el interés por las personas que decide integrar a sus documentales. Asimismo, es cierto que en todas sus películas hay un elemento documental siempre presente.

En este derrotero de su vida Varda dedica gran parte a su esposo, el director Jacques Demy, cuyo deseo cumplió al realizar después de su muerte en 1990, su proyecto biográfico Jacquot de Nantes (1991). Y otro gran segmento a un aspecto vital de su ideología, el feminismo y su lucha por los derechos de la mujer. A partir de los cuales pronuncia que ella milita y protesta a través del arte.

Evidenciando que casi siempre sabía exactamente lo que hacía y tenía bien claro su propósito, y como mostrarlo, mediante creativas uniones entre forma y contenido, entre el cine y lo “plástico”, Varda concibe cada película como un todo que denomina “cine escritura”. Tanto desde su rol de fotógrafa como desde su rol de cineasta, es notoria su capacidad de escuchar a los demás y de embellecer cada relato reciclándolo hasta lograr resignificarlo, porque reformulando sus palabras “el reciclaje es alegría, el reciclaje es nueva vida”. Con humildad ella recuerda a cada una de las personas que ha conocido, y quienes han formado parte de sus proyectos artísticos valorando el trabajo en equipo y la obra de arte como colectiva. Después de dedicar toda su vida al arte, ahora su vida misma se vuelve su mayor obra, al igual que en sus documentales, la vida y la obra se funden en una misma entidad. Agnès Varda en una de sus últimas palabras nos dice “yo desaparezco, los dejo”, y debemos a pesar de ello celebrar que al menos la entrañable artista ha compartido con nosotros literalmente toda obra.

(*) En varias entrevistas cita a su amigo y realizador Chris Marker: “se hace cine sin saber del todo lo que se hace”. Merino, Imma; Losilla, Carlos: “Filmar el fantasma, borrar la melancolía. Una conversación sobre Agnès Varda en elespejo de Jacques Demy” en Jacques Demy, Ed. Danostia Zinemalandia, Festival de San Sebastián, Filmoteca española, Madrid, 2011.