Vaquero

Crítica de Daniel Cholakian - CineramaPlus+

En este retrato del Vaquero porteño sin caballo y sin desierto, Minujín demuestra una interesante firmeza en su pulso como director y se revela conocedor de los recursos narrativos.

En su opera prima Juan Minujín asume la difícil tarea de sostener a lo largo de todo el film el discurso interior de un personaje que no logra conciliar ninguna de sus decisiones con sus deseos, un actor que se encuentra en pugna con el resto del mundo, como si todos los otros formaran un exterior insoportable, incontrolable o inentendible.

Julian Lamar es un actor de 33 años. Tiene una obra en cartel, está rodando una película, ha realizado algunas publicidades, es hijo de un padre que sutilmente siempre le deja ver su poder y superioridad y tiene mucha dificultad para relacionarse abiertamente con el resto de las personas. La anécdota se centra en su intento en lograr un papel en la película que un reconocido realizador estadounidense filmará en nuestro país. Lograr ser admitido en el casting, superarlo en la entrevista con el director asistente y superar la instancia de prueba para el papel son los desafíos que más allá de ponernos frente a las lógicas de la producción artística, sirven para dar cuenta de un mundo interior que estalla en la frustración constante.

Minujín presenta una dirección firme e inteligente. El trabajo de los planos cortos, la cámara cercana, la iluminación dura, con ángulos fuertes, con rostros marcados, sumados a un trabajo actoral muy controlado, casi ascético (en ese sentido la atildada violencia psíquica del padre interpretado por Fanego es notable), logran aportar potencia e interés a un guión que por momentos se reitera y hace obvio.

Aun cuando la condición de actor del personaje protagónico podría ser anecdótica, seguramente el conocimiento que Minujín tiene de la profesión le permitió trabajar con las obsesiones y las frustraciones de Lamar de un modo muy profundo y muy cercano. Eso se nota en la construcción de esta suerte de diario íntimo que es Vaquero.

En este retrato del Vaquero porteño sin caballo y sin desierto, Minujín demuestra una interesante firmeza en su pulso como director y se revela conocedor de los recursos narrativos. Importantes señales por tratarse de un realizador debutante.