Vaquero

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

Vaquero es ante todo un film con un sello de estilo que puede inscribirse dentro del género de la comedia. La historia está centrada en Julián Lamar (Juan Minujín) un actor de teatro y cine, que no puede con su vida ni con el entorno que lo rodea.

El film comienza con una escena de teatro donde se lo ve con una particular energía pero casi abruptamente cuando sale del escenario esa energía se va desvaneciendo, para dar lugar al rumiador.

Julián no puede controlar su mente que no para de hablarle, a la vez que percibe al entorno más como espectador que como actor de su propia vida. Se encuentra perseguido en sus relaciones laborales y no asume ningún compromiso en las afectivas.

De pronto, todo parece dar un giro ante la posibilidad de acudir a un casting para trabajar en una producción americana haciendo de vaquero.

Si bien es cierto que el mundo en que vivimos es muchas veces de una impiadosa competencia, también es cierto que dando lo mejor de uno mismo todavía se puede vivir en él y generar afectos.

Julián es el eterno insatisfecho, que cuando tiene la oportunidad de darle un lugar a los afectos, no puede comprometerse.

Lo mejor del film: una radical construcción del personaje principal, la dirección de arte y el vestuario. Y muy especialmente una de las escenas de sexo más tierna y lograda del cine argentino de los últimos tiempos.

Minujín, quien ya incursionó como director en el cortometraje Guacho (2007), vuelve al mundo de los actores, de la actuación, del casting, la tv y el cine. Un universo particular, donde cada uno le dice al otro, lo que el “otro” desea escuchar.

En Vaquero, su director trabaja con la oscuridad de la mente de su personaje, como una corriente constante de pensamientos que no para de preocuparse por el pasado y el futuro. Ergo tampoco para de sentir que somos una indisoluble identificación entre el ego y el cuerpo. El tema es que la conciencia, al no parar ni un instante para vivir el ahora, se aferra a las experiencias pasadas y se anticipa a todo aquello que va a venir generando un vacío en el presente. Allí surge el miedo y la incapacidad de sentir. Y el conflicto interior y exterior se vuelve norma, justamente por la incapacidad de sentir esa conexión, dando lugar a la ilusión de la separación del mundo que lo rodea. Una característica cada vez más acentuada de la humanidad.

Juan Minujín nació en Argentina en 1975 y desde muy pronta edad se desarrolló como actor. En 2007 dirige su primer corto del que también es productor, guionista y montajista. Sus principales actuaciones en cine son: Eva y Lola (2010); El cielo elegido (2010), Zenitram (2009); Vecino; Cordero de Dios e Historias Extraordinarias, esta última ganadora de 10° BAFICI (2008), entre otras.