Vapor

Crítica de María Paula Rios - Cinepapaya

Entre la vigilia y el sueño se desplaza el reciente film de Mariano Goldgrob, que se ciñe a un relato de amor y sus recuerdos.

No hay nombres solo un pasado que revive y se transforma en un instante, unas horas, ¿una noche quizá? La historia de Vapor es muy simple y compleja a la vez. Simple porque da cuenta del reencuentro entre una ex-pareja, a propósito de la muerte de un allegado muy íntimo de ella.

Entonces él va a buscarla porque ella lo necesita. Él lo presiente, lo sabe. Hay vínculos que a pesar del tiempo, la ausencia y que no exista más romance son irrompibles y transcienden la razón. Ella sufre y precisa evadirse con alguien que conoce, a quien brindó toda su confianza.

Es así que ambos saldrán a deambular por la ciudad. Una charla para ponerse al día, una sidra caliente sin alcohol compartida, también una cerveza en un bar conocido, hasta un viaje en auto hacia una fiesta de cumpleaños efervescente, son varios de los escenarios que recorrerá la pareja.

Compleja, porque las relaciones lo son. Es fácil capturar esos momentos que son puro sentir, comprender al otro y dejarse llevar, pero que difícil es trasladar esta relación a la vida cotidiana. Lo más probable es que después de esa noche transitada entre la vigilia y la ensoñación, los ex-amantes no se vean más.

Y esto es Vapor, como su nombre lo indica son momentos que se condensan, pero también se esfuman. Recuerdos que tienen la necesidad de volver a surgir en palabras, pero resignificados. Una cámara en mano nerviosa, y a veces subjetiva, sigue a los personajes por el ámbito urbano. Las luces y los fuera de foco se funden en los ruidos citadinos, canciones que se escuchan por lo bajo y en alguna conversación.

Las actuaciones son naturales y cotidianas…exactas, logran el tono que el film quiere transmitir. Un universo fantasmal, melancólico, que aborda dos tópicos existenciales como el amor y la muerte, de manera honesta, sencilla y sobre todo con gran corazón.