Vampiros del día

Crítica de Bernabé Quiroga - CiNerd

SANGRE FRESCA

Es el año 2010 y una euforia causada por la injustamente exitosa saga TWILIGHT (Crepúsculo) ha puesto de moda a los vampiros nuevamente. Los colmillos, la piel pálida, la inmortalidad pero sobre todo el amor eterno son ahora cosas que escuchamos, vemos y leemos a diario en cine, Tv, internet, libros y hasta en almohadas (¡!). Pero estos chupasangres ya no son las temibles bestias nocturnas sedientas de sangre que recordamos de joyitas como DRACULA (1992), DEL CREPÚSCULO AL AMANECER (1996), VAMPIRES (1998), UNDERWORLD (2003) y 30 DAYS OF NIGHT (2007). El amor de Edward y Bella ha convertido a los vampiros en seres cursis, románticos, inmunes al sol y vegetarianos, y todo lo cool y temible de estas criaturas se ha perdido en un mar de hormonas. Por suerte, un brillo de esperanza nos recuerda porqué nos fascinan tanto estas criaturas de la noche. Ese haz de luz se llama DAYBREAKERS: VAMPIROS DEL DÍA (2009), el nuevo film de los hermanos Spierig (UNDEAD).

En la ficción es el año 2019 y una plaga ha convertido a la mayor parte de la humanidad en vampiros. La sangre escasea y, mientras se cultiva humano para sobrevivir, un investigador llamado Edward (Ethan Hawke) intenta encontrar un sustituto de alimento para poder salvar a la humanidad. Con caos en las calles debido a la escasez, Edward se unirá a un grupo sobreviviente de humanos rebeldes y juntos intentarán hallar una cura para detener a los chupasangres. La batalla entre la humanidad y la inmortalidad comienza.

Con una idea más que interesante, una atmosfera opresiva, una leve crítica al gobierno y buenas actuaciones, DAYBREAKERS es una fresca y original película de vampiros con algunos toques de ciencia ficción que nos recuerdan a MATRIX o GATTACA, pero que al mismo tiempo cuenta con varios de los elementos clásicos del sub-género. Aunque no logra aprovechar todo su potencial, el film cumple su cometido al entregarnos algunas escenas perturbadoramente geniales (la introducción con el suicidio de la nena, los campos de cultivo de humanos, los “deformes” encadenados arrastrados hacia la luz del sol, Edward tratando de convertirse en humano, los soldados devorándose entre sí), maquillajes alucinantes, altísimas dosis de gore y muchos litros de sangre. La película no tiene tanta acción que digamos y algunas ideas no cierran del todo y no terminan de explicarse, sin embargo el trío de actores compuesto por un siempre correcto Ethan Hawke, un creíble Sam Neil y un bad-ass William Dafoe (Elvis, el mejor personaje de la película), una buena dirección y un acertado desarrollo de la historia y de los dialogos encaminan el film hacia un inesperado final abierto que da pie a una secuela que esperemos que algún día hagan.

En una época de adolescentes melancólicas que aspiran al amor eterno por suerte contamos con buenos films como DAYBREAKERS (2009) que nos recuerdan de qué están hechos los vampiros y que nos ponen los pelos de punta y nos revuelven el estomago con momentos de violencia, sangre y brutalidad extrema. Pero más allá de eso es una interesante reinvención del sub-género vampírico, una vuelta a los tradicionales chupasangres y una buena historia en la que sus personajes, a diferencia de la cultura actual, no aspiran a la inmortalidad sino todo lo contrario, a aquello lo que nos hace humanos: la mortalidad. En otras palabras, en tiempos en que todos quieren ser vampiros ellos, los transgresores del día, solo quieren ser humanos. Iluminen la oscuridad.