Vacío

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

El drama de la inmigración lejos de la banalización estilizada

La inmigración y el abuso es un tema que el cine aborda con frecuencia, pero muy pocas veces con la sutileza y alejado del lugar común como lo hace el ecuatoriano Paúl Venegas en la película que representó a Ecuador en los Oscar 2021.

Vacío (2020) comienza con un barco llegando al Puerto de Manta en Ecuador. En él viajan Lei y Wong, dos inmigrantes ilegales chinos que llegan engañados con la promesa de trabajo. Mientras que Lei quiere ir a Nueva York, Wong solo piensa en traer a su pequeño hijo que quedó en el país asiático. Ambos son víctimas del abuso y la trata de Chang, un mafioso bipolar que se obsesiona con ella. Chang los trajo haciendo falsas promesas con la finalidad de que trabajen para él en sus negocios no tan legales. Son alojados en una casa del barrio La Bahía, el Chinatown de Guayaquil, cumplen a diario con sus tareas laborales, salen a pasear, comen en restaurants. No están hacinados, ni son víctimas de maltrato. Pero claro, no tienen documentos y sus pasaportes les fueron retenidos.

Los personajes, que viven en una falsa libertad de la que son conscientes, van aprovechar la única oportunidad que tienen para ser libres porque su captor no es tan inteligente como él piensa, y ni Lei ni Wong tan ingenuos como supone, y lo que en un principio es un drama social da un giro y se convierte en una elegante película de fugas. Un apasionante thriller de autor.

Venegas logra con inteligencia un film sobre los sueños, la ilusión y la esperanza de una vida mejor, pero también sobre la incomunicación, la soledad y el desclasamiento. No lo hace desde el efectismo, ni el regodeo, un lugar al que cierto cine latinoamericano no le escapa y nos tiene acostumbrados, sino desde la sutileza y el trazo fino.

Vacío es la misma historia que se contó ciento de veces, pero que ahora se reconvierte y adquiere otras características, otras formas, otra estética, a la vez que se posiciona en una línea ideológica clara y no especulativa gracias al pulso narrativo de un autor que, a medida que la historia avanza, se anima a los giros, a los cambios de estilo, a los géneros, sin caer en el lugar común, lo trivial y la abyección.