Vacaciones explosivas

Crítica de Ulises Picoli - Función Agotada

Un bárbaro en América

Vacaciones Explosivas (Get The Gringo) iba a llamarse Como Pasé Mis Vacaciones en México pero este título fue cambiado al de Get the Gringo porque aquel título original iba a ser un tanto ofensivo para el pueblo mexicano. ¿Ofensivo? Bienvenidos al mundo de Mel Gibson.

Aquel sex symbol de los 90 y director estrella de Hollywood se transformó en un paria luego de una cadena de eventos (borracheras, antisemitismo, violencia doméstica) que lo dejaron mal parado en el mercado tan decente como el del gran país del norte. ¿Pero como llegó este australiano desde el desierto salvaje a Estados unidos? Vía Mad Max, cruda y salvaje distopía de carretera. Años después desde un lugar de excluido de a poco intenta volver al ruedo. Primero desde un policial llamado Al Filo de la Oscuridad y luego de la mano de su amiga Jodie Foster con la sombría y extraña La Doble Vida de Walter. Parece que ahora es tiempo de tirar todo e irse a México.

¿Como pasó sus vacaciones en México el loco de Gibson? En una prisión que se llama El Pueblito. Un lugar donde los criminales gobiernan y donde familias enteras conviven dentro del lugar. Y el porque este gringo termina en México es uno de esos momentos puramente cinematográficos. Driver (Mel Gibson) junto a su compañero, ambos disfrazados de payasos y con un millón de dólares como botín, deben escapar de la jurisdicción americana pero tienen un obstáculo, una inmensa pared que separa México de EEUU. Driver lo resuelve con una rampa para entregar un gran escape estrellándose contra la misma. Desabocadísimo. De ahí en más, el paradero del dinero será la única razón por la que lo mantengan vivo. Vivo pero dentro de la peor prisión mexicana.

Dentro de ese lugar conocerá a un chico de diez años que siempre anda pidiendo cigarrillos y a su madre, prostituta al servicio del capo de la cárcel. En medio habrá tiroteos (uno dentro de la prisión es una insolente carnicería) y una amenaza que agobia como ese calor que se palpa y asfixia. Otro de los grandes aciertos del film es encerrarnos en esa prisión para tener que descifrar un mundo nuevo que es mezcla de villa miseria y cárcel. Ahí Driver jugará sus cartas sabiendo que él es el blanco pero que también es al que respetan por gringo. Y porque sigue vivo.

Mel Gibson hace de está película (que en Estados Unidos fue directo a televisión paga) un vehículo de desenfreno e incorrección de las que no abundan hoy en el mercado. No esperen solo al héroe Mel, él está hundido en su miseria y se ríe de ella. ¿Políticamente incorrecto? Gibson saca su sonrisa y se divierte en medio de una ola de violencia y desamparo de la que si resulta el héroe es solo para beneficio propio. El señor de ojos azules parece abrazar esa oscuridad que tanto le cargan y disfrutarla en el camino, sabiéndose paria se deja llevar en una “de acción” que funciona de punta a punta. Este tipo será un jodido, pero de cine, la sabe lunga.