Vacaciones explosivas

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

Gibson en un infierno clase B

"Vacaciones explosivas" es una película de trazo grueso, con sucesión de imágenes carcelarias y marginales ambientadas en algún lugar del México más sórdido.

La frontera de Estados Unidos con México está marcada por un muro largo que separa dos policías y una sola actitud: corrupción. En el auto a gran velocidad va un enmascarado. Los primeros minutos de Vacaciones explosivas (Agarren al gringo) promete acción y quizás humor, a la manera de Gibson. El diálogo entre los policías que cruzan el cerco, las réplicas del gringo en cuestión, y la estética, más la música, instalan rápidamente la historia en un lugar donde las desgracias son afrontadas por un tipo más listo y lindo que el resto.

El gringo va a parar a El Pueblito, una cárcel que parece 'un centro comercial' bizarro. Entre tiendas, sucuchos, burdeles, baños y balaceras se desarrolla un relato que asume el exceso como una manera liviana de meterse en el lugar más sórdido.

La película que dirige Adrian Grunberg pone a Mel Gibson en un protagónico a tiempo completo, apenas compartido con Kevin Hernandez, el niño que vive en la prisión desde los siete años, hijo de un traficante muerto y de una mujer (Dolores Heredia) que sobrevive. Madre e hijo guardan un secreto que los atormenta.

Una de las particularidades del guión es que Gibson habla en inglés y casi todos los demás actores, en español, acorde con sus rasgos físicos y apellidos. Hasta ahí llega el intercambio cultural. La película, de trazo grueso, como los títulos de Robert Rodríguez, no ahorra escenas desagradables con seres hacinados, hampones despiadados y montañas de mugre. La violencia se plantea como un lenguaje que el espectador debe naturalizar sin detenerse en cuestionamientos de ninguna índole. Gibson es un delincuente, mucho mejor que los otros, aunque vive a sangre y fuego.

La puesta, de manual, va mezclando juergas, droga, lucha libre, prostitución y boleros. El director subraya, suena a chiste, las escenas con la música. ¡Hasta se escucha Vicentico! Cumbias y 'horas de mariachis' ilustran las relaciones infrahumanas, entre las que se salva el vínculo que entablan el gringo y el chico.

Daniel Giménez Cacho, como Javi, el rey de El Pueblito, pone el toque mafioso, rodeado de personajes que reproducen los tics de las películas de Tarantino, entre otras.

Mel Gibson ha vuelto para promover su delirante idea de justicia. En el rol del gringo delincuente será siempre más bueno y limpio que sus pares del otro lado del muro.