Uno

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Hace exactamente una semana, debido al estreno de "Una mujer sucede", comentaba sobre cierta tendencia en el cine argentino independiente actual a volcarse hacia historias de misterios y secretos en pueblo chico, aprovechando para mostrar algo de la zona de locación y quizá poder hacerlo de manera sombría, alejándose pretendidamente de lo netamente turístico. "Uno", debut en el largometraje de ficción de Dieguillo Fernández (quien co-dirigió el interesante documental No ser Dios y ciudarlos), vuelve a caer en las mismas temáticas; y es esto lo que le quita cierta potencia a un relato que en primer lugar prometía más, la falta de originalidad en el tratamiento.
El protagonista es Sebastián (Luciano Cáceres, en un registro, por suerte, distinto al que se lo ve todos los días en la tira Graduados), un arquitecto que tras una separación complicada con su mujer, se encuentra de paso por un pueblito en el que se cruza con Mariela (Camila Fiardi Mazza, niña que en el país del norte haría buenas películas de terror), vestida para la comunión, pero sola, su padre falleció y lo único que le legó es una hostería que encima pretende un eterno rival, Barrera.
La niña va a ver en Sebastián un enviado de Dios producto de sus continuas plegarias, lo va a hacer pasar por su tío cambiándole el apellido (y en definitiva la personalidad) y utilizándolo para todos sus propósitos. La película va a desarrollar el vínculo entre ambos, en todas las aristas posibles (y esperadas).
Tal como también lo veíamos la semana pasada con La inocencia de la araña, Mariela esconderá algo de pronto deseo hacia Sebastián, el deseo inocente del despertar sexual (visto también en la subvalorada Una estrella y dos cafés), y de alguna manera “engatusará” al protagonista para que cumpla el rol de Mesias salvador que ella buscaba.
El punto de partida, de por sí, no es malo, Cáceres y Fiardi Mazza tienen una extraña química y la relación entre ambos fluye siendo lo más rico de la historia.
El problema principal es la indefinición, si bien el género en que mejor encuadra es el drama, hay algunos elementos que despistan, confunden. El ritmo, algunos diálogos de Mariela, la puesta en escena, y hasta algo de la musicalización nos hace pensar que estamos frente a una película de suspenso o terror clase B; lo mismo sucede con la fotografía y el tratamiento general de la cámara. Igualmente, en el conjunto,a pesar de los desniveles, el film cumple.
"Uno" es una película interesante, con más méritos que contras; y la sensación al abandonar la sala es la de haber visto una obra digna, pequeña, hecha con esfuerzo, y a pesar de ciertas equivocaciones, si la intención es lo que cuenta, la obra de Dieguillo Fernandez las tiene de sobra; y algo muy importante, sabe retomar el rumbo antes de desbarrancarse, puede encausarse a buen puerto y a tiempo.
Punto aparte para el cine independiente argentino en general, volviendo al principio, sería bueno ir buscando otras temáticas, otros rumbos; no es que las películas sean malas ni mucho menos, pero se pierde algo básico, el factor sorpresa, la sensación de ver algo que antes no habíamos visto.