Unidos

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

El nuevo film de Disney Pixar, Unidos, de Dan Scanlon, ofrece todo el nivel al que nos tiene acostumbrado la casa matriz, agregándole una calidez humana en los mensajes muy propia de la coyuntura actual. Cuando parecía imposible, es más de lo que esperábamos.
A mediados del año pasado, recibíamos las primeras imágenes y el primer trailer de Unidos. No era mucho lo que se sabía de ella, pero se veía que se ubicaba en un universo fantástico, y que tenía como protagonistas a dos hermanos, de características diferentes, que debían unirse por una causa común.
Vamos a sincerarnos, no parecía la propuesta más original de los dueños de la lamparita; igual comprábamos. A los pocos meses, esta sensación creció cuando nos enteramos que no sería el único estreno de este año, que Unidos se adelantaba, y para nuestras vacaciones de invierno tendríamos Soul, anunciada con bombos y platillos como LA película animada de este año (veremos).
¿Entonces qué es Unidos? Una película menor, algo de mediana calidad que no merece tanta atención como lo que veremos dentro de cuatro meses.
Para tener la respuesta, quizás debamos repasar algo del pasado de Pixar; más precisamente, Un gran dinosaurio, una película con algunos problemas de producción, retrasada, que nos vendieron como algo menor, y de hecho pasó injustamente desapercibida pese a ser una película maravillosa. Unidos es eso, algo maravilloso, dejando atrás cualquier duda que tengamos.
Pixar no necesita de una gran parafernalia, ni enormes redoblantes que nos prometan romper con todos los moldes. Digamos que, a esta altura, con 25 años haciendo largometrajes, invictos en calidad (me paro a defender ante cualquiera a Cars 2 y 3), no tienen mucho que probar, y sin embargo, siguen innovando.
Vamos a aclararlo, no, en Unidos no encontraremos ninguna innovación tecnológica en la animación, pero tampoco algo que la haga verse menor. La técnica es perfecta, al máximo nivel, tanto en los personajes como en la ambientación de fondos que mezcla lo realista con lo caricaturesco. La clásica paleta de colores vívidos y algo oscuros, las formas redondeadas, todo está ahí en un nivel supremo, como siempre.
Lo que destaca por sobre el resto acá es su argumento, y la forma de encararlo. Al igual que sucedía en Zootopia (otra gran película subvalorada de Disney – sin Pixar – ), se nos presenta un universo regido por seres antropomorfos y referencias constante a nuestra forma de vida. En aquella eran animales varios pertenecientes a una sociedad con todos los elementos con los que convivimos a diario; acá son seres mitológicos.
Hace siglos estos utilizaban la magia como elemento natural para desenvolverse y desarrollarse diariamente. Pero poco a poco fueron descubriendo los adelantos tecnológicos, ya no hacían fuego con un hechizo sino con fósforos, ya no volaban con dragones sino que usaban aviones comerciales, y así, hasta llegar a la actualidad en la que viven como nosotros, olvidándose casi por completo de la magia. Solo algunos la veneran y como algo fantasioso.
Ian es un adolescente retraído, muy tímido, y al que le cuesta hacer amigos. A punto de cumplir los 16 años, no tiene a quién invitar a su posible fiesta de cumpleaños.
Pero su madre le tiene una sorpresa, su padre ya fallecido cuando era pequeño, le encargó entregarle a él, y a su hermano mayor Barley, un regalo especial para cuando Ian cumpla esa edad. Se trata de una vara y una gema para hacer hechizos.
Ian es tan incrédulo de la magia como todos. Pero Barley es de los que la venera, aficionado a los juegos de rol y a los libros de aventuras y hechicerías, cree que es una costumbre que no debe perderse, por lo que intentará realizar un hechizo. Quiere traer a su padre de regreso por 24hs.
Cuando finalmente Ian lo intente y descubra que tiene el don, las cosas comenzarán bien pero no terminarán igual, “a media reconstrucción” la gema estalla, quedando medio padre reconstruido, piernas y cadera.
La única posibilidad de terminar el hechizo es conseguir una nueva piedra, por lo que Ian, Barley, y el medio padre, emprenderán un viaje sin un destino muy cierto.
Más allá de los guiños a los elementos de nuestra vida cotidiana, que no necesariamente se traducen en los mismos chistes de siempre a la cultura pop (por suerte), Unidos se apoya en pilares de los conflictos de familias actuales.
Ian y Barley son casi antagónicos. Ian tiene los pies sobre la tierra, es retraído y pretende encajar dentro de los círculos habituales de cualquier adolescente. Barley es un veinteañero volátil, que cree y sustenta en la magia, mucho más desinhibido, pero no por ser popular, sino porque no le interesa encajar; tiene un perfil de rockero ochentoso, y su actitud es siempre positiva… aunque algo infantilizada.
¿Esto hace que confronten? A Ian le cuesta aceptar la forma de ser de su hermano, sobre todo por ese deseo de pertenecer, pero no hay un franco rechazo, más bien representa aquello latente que se oculta para ser aceptado. Barley adora a Ian, y quiere tener un vínculo fuerte con él. Entre ellos se siente un gran amor fraternal.
La madre apoya a ambos e intenta amoldarse a lo que cada uno necesita, estando. No es una madre perfecta, es una posible. Tiene una nueva pareja, policía (un vínculo que tampoco es cuestionado), pero no es dependiente. Cuando sus hijos partan con su medio padre, ella no se quedará esperando, llorando, porque sus hijos regresen, saldrá en su búsqueda viviendo su propia aventura.
¿Qué decir del medio padre? Con muchos gags al estilo Fin de semana de locura, hablamos de un hombre que necesita de sus hijos para completarse, que no se sostiene por sí solo, y el que, aún después de muerto, le sigue preocupando el vínculo entre ellos.
Bueno, también está la Mantícora dueña del restaurante, un personaje que mejor que descubran por sí mismos.
Súmenle mensajes a favor de no perder las tradiciones (sin que esto se lea como conservador, al contrario), del uso de la modernidad arrasando con la estructura del ser, de la importancia de anteponer los vínculos activos; de no olvidar a los que ya no están; de aceptar al diferente y aceptarse tal cual somos. Pareciera que todo Pixar está dentro de Unidos, y en un envase que no se siente para nada pesado, alejado del sermón.
Es cálida, desopilante, chispeante, y con personajes que nos compran sin mucho esfuerzo.
El ritmo de aventura es permanente, sin caer en lo abrupto ni en el desenfreno innecesario. Su banda sonora, incluido un bellísimo leit motiv en los créditos finales, es como la cereza del postre.
Por supuesto, como casi todo Pixar, se trata de esas películas que uno imagina perfectamente como representadas por personajes de carne y hueso. Comedia humana y de la buena.
Quienes tengan la posibilidad de verla subtitulada, a por ella. Tom Holland, Julia Louis Dreyfuss, y sobre todo Chris Pratt y Octavia Spencer hacen un trabajo maravilloso.
Unidos vino silbando bajito y nos sorprendió como uno de los mejores títulos de una casa productora que siempre se las ingenia para volvernos a enamorar. Un paso adelante.