Uncharted: fuera del mapa

Crítica de María Fernanda Mugica - La Nación

“¿Cuando supiste que querías ser Indiana Jones?”, le pregunta Nate Drake a Chloe Frazer, en una escena de Uncharted, fuera del mapa. La mención al arqueólogo más famoso de la historia del cine llega justo en el momento en el que muchos espectadores estarán pensando cuanto les recuerda esa secuencia a Indiana Jones y la última cruzada. Nombrarlo es una forma de decirle al público que la referencia es voluntaria y con el debido crédito reconocido; un homenaje, no una copia.

Y, sí, las virtudes de Uncharted, fuera del mapa son lecciones aprendidas de las películas de Indiana Jones. Un protagonista encantador, con un interés por la historia y aptitudes para la aventura que vienen desde chico; una tensa pero cómica relación de “padre e hijo”; la mezcla de datos históricos con fantasías clásicas de tesoros perdidos; el humor constantemente colándose en la aventura. Hasta la decisión de empezar la película en medio de una secuencia de acción, en la que el protagonista corre un peligro extremo (ok, eso se lo “robó” Indiana Jones a James Bond).

Claro que Uncharted, fuera del mapa tiene otra fuente de inspiración más directa, el videojuego homónimo, que tiene como protagonista a Nate Drake, interpretado en el film por Tom Holland, aprovechando al máximo su encanto arrollador. Luego de dejar en suspenso la suerte de Nate en la primera secuencia, la película de Ruben Fleischer muestra el origen de la obsesión del muchacho con el supuesto tesoro perdido de Magallanes, una historia que le cuenta su hermano mayor y compañero de aventuras.

Ya en la actualidad, con su hermano perdido desde hace tiempo, Nate conoce a Victor “Sully” Sullivan (Mark Wahlberg), con quien se asocia para encontrar al tesoro y averiguar qué le sucedió a su hermano. En el camino, tienen que lidiar con otras personas que quieren lo mismo que ellos: Chloe Frazer (Sophia Ali), quien puede ser una socia confiable o no; Braddock, una temible mujer que amenaza los planes de Nate y Sully; y Santiago Moncada, interpretado por Antonio Banderas, un millonario dispuesto a todo para encontrar el tesoro que considera que le pertenece a su familia.

Algo de las relaciones familiares sustitutas y la desconfianza que aparecían en otra película de Fleischer, Zombieland, están presentes aquí. La dinámica del trío formado por Nate, Sully y Chloe es divertida, como también lo es la de Nate y Sully en un principio. Pero los caminos por los que lleva la trama a los personajes dinamitan esa fortaleza y la película sufre por eso en el último acto.

Lo construido en la primera parte se diluye en ese último trama debido a lo que sucede con los personajes, pero también por el exceso de CGI y escenas de acción que no logran transmitir una sensación de peligro real. El sentido del espectáculo propio del cine mainstream actual está lejos de aquellas puestas en escena diseñadas como un juego entre el suspenso y la sorpresa, que mantenían al espectador en vilo. Al final, la referencia a Indiana Jones se queda en eso y Uncharted, fuera del mapa termina siendo una película que entretiene pero también decepciona.