Una villa en la Toscana

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Un viaje reparador

La región de la Toscana es un escenario recurrente en algunas comedias dramáticas europeas. El paisaje, la luz, los cascos históricos y la atmósfera apacible de las regiones rurales invitan al disfrute y a la reflexión. Así ocurre desde las recordadas “Bajo el sol de la Toscana” o “Copia certificada” hasta en “Una villa en la Toscana”, o “Made in Italy”, título original de esta producción inglesa dirigida por el actor James D’Arcy y protagonizada por Liam Neeson y su hijo Micheál Richardson.

Neeson y Richardson interpretan a Robert, un artista plástico atascado en su carrera, y su hijo Jack, empleado de una galería de arte de Londres a punto de perder su trabajo y a su esposa. Para evitar el desempleo, Jack le propone a la dueña y casi exmujer comprarle la galería. Para hacerlo, le pide al padre que vendan una casa que la familia posee en la Toscana, un lugar donde nadie fue en los últimos veinte años. Durante el desarrollo del film se irán descubriendo los motivos del abandono de esa propiedad y también las razones para que padre e hijo sean dos extraños.