Una villa en la Toscana

Crítica de Manuel Germano - Ociopatas

Llega hoy a los cines la ópera prima del actor James D’arcy, director y guionista de este filme protagonizado por Liam Neeson, su hijo Micheál Richardson, Valeria Bilello, Lindsay Duncan, Gian Marco Tavani, Marco Quaglia y Helena Antonio. Se aclara desde un comienzo el vinculo que une a Micheál y Liam en la vida real (no todos quizás lo sepan) ya que la película toma un matiz diferente cuando se tiene en cuenta ese vinculo.

En Made in Italy el hijo del bohemio pintor Robert Foster está a punto de divorciarse y para poder cerrar un acuerdo con su esposa necesita un dinero que no tiene, motivo por el cual acude a su padre para que lo ayude a vender la antigua casa familiar ubicada en la Toscana. La relación entre padre e hijo no es del todo fuerte, pues tras la trágica muerte de Raffaella (esposa y madre de ellos), ciertos asuntos quedaron sin charlar entre ellos y la herida por esa perdida sigue abierta.

Reencontrarse, en el termino profundo de aquella palabra, y lograr vender la casa no será fácil, otros personajes satélites se cruzan en la cotidianeidad italiana de padre e hijo durante el desarrollo de la película, cuyo eje principal es el fortalecimiento de este vinculo, los matices, las cosas no dichas que salen a la luz, los arrepentimientos y las confesiones. Neeson y Richardson, y una perdida trágica e inesperada tiempo atrás: la ficción y la realidad en cierto punto se asemejan y en estos roles, que sin duda toca fibras muy personales, ambos actores logran escenas de gran lucimiento y emoción. El filme como historia no es trascendente ni original, pero retrata con sensibilidad la posibilidad de sanar, de reconstruir y fortalecer un lazo dañado, de seguir adelante.

Neeson sorprende con un personaje totalmente diferente a lo que nos tiene acostumbrados en los últimos años. Micheál Richardson se desenvuelve con soltura y matices en la comedia y en las escenas dramáticas.

La fotografía, el montaje y la música son aspectos técnicos que le aportan a la película los climas que transita. Si bien D’arcy no adopta demasiados riesgos en la dirección, decide enfocarse con sencillez en las interpretaciones principales y en narrar una historia entrañable con bellos momentos.